?Playa Oriente, Ver.- Con una bolsa de la campaña de Miguel Ángel Yunes, la mujer encaró al gobernador Fidel Herrera y al presidente Felipe Calderón.
“Nos marginan porque ganó el PAN”, gritaban en coro las mujeres, aguerridas.
La visita a pie a esta comunidad no estaba en la agenda presidencial de
verificación de la ayuda a los damnificados por el huracán Karl.
Primero se enlodó las botas en la colonia San Pancho, del municipio de
La Antigua, uno de los más ferozmente azotados por el meteoro.
Ahí, un vecino le espetó a Calderón, en la anegada calle de Francisco
Lara: “Señor, que no nada más vengan a hacer bulto, se lo digo con todo
respeto”.
El hombre, curtido por el sol, dijo que ya habían acudido personas a
entregarles ayuda, pero lo hacían acompañados de una cámara de
televisión.
“Orita se van y ya todo vuelve a estar igual”, declaró cuando Calderón y Fidel Herrera se retiraron.
En un punto de entrega de ayuda, en la esquina de Lino Lara Huesca y
Francisco Lara, las gorras rojas de campaña del gobernador electo Javier
Duarte, así como las playeras lucían por todos lados.
Un hombre, Francisco Saldaña, de playera oscura, seguía cada paso de
Calderón y cuando podía le exigía que fuera a Playa Oriente.
Nadie parecía hacerle caso. “Son apenas 500 metros, presidente, vaya”, encomiaba el personaje que no aflojó el paso.
Calderón accedió. Abordó su camioneta y avanzó los 500 metros. Al fin
que a un paso estaba la cancha de futbol donde lo esperaba su
helicóptero para sobrevolar La Antigua, Úrsulo Galván, Paso de Ovejas y
Cotaxtla.
Se bajó. Recorrió las lodosas calles sin nombre. “Orita va a saludarlos
uno por uno, señora. Ya ven que sí aceptó venir. Deme permiso, no se
amontonen”, solicitó un miembro del Estado Mayor Presidencial. Le
hicieron caso.
Pero el grupo de mujeres que denunció el olvido de las autoridades por
votar por el PAN, dijeron, lo esperaba abajo del puente, a un centenar
de metros de la cancha deportiva.
“Nos marginan porque votamos por el PAN”, soltó doña Rosa Vela. Y de ahí
como cuentas de collar se desató el griterío. Nadie las podía calmar.
Regordeta, otra de las féminas apagaba con su potente garganta la bocina
que acompaña a Calderón, la misma que usa José Luis Luege, titular de
Conagua, para ir señalando como guía de turistas los daños, los ríos
desbordados, árboles caídos.
“No vamos a discutir rivalidades político-electorales”, dijo acosado
Herrera, que para sosegar a los inconformes ofreció dejar de ser
anfitrión de Calderón para quedarse con ellos.
El Presidente salió al quite. No es necesario que se quede Herrera, con
un representante del gobierno estatal basta, ofertó Calderón. Los
pobladores aceptaron.
Las aguas de la inconformidad parecieron tranquilizarse.
Pero no. El mandatario apenas cruzó el puente las damas le insistieron desde la loma: “que vengan, que vengan”.
Y lo obligaron a subir. A insistir en que habrá ayuda para La Antigua.
“No, ya van para allá”, exclamó el secretario de Comunicaciones, Juan Molinar a un grupo de habitantes.
“Ya van, le estoy diciendo”, insistía Molinar ante los incrédulos
habitantes que le respondieron: “eso dicen y luego ni madres”.
“Es que ganó Yunes Linares”, recalcó la mujer ante Calderón.
“Yo personalmente voy a estar al pendiente de La Antigua, de que se les atienda y se les ayude”, ofreció Calderón a “Toñita”.