Ciudad de México.- El efecto del libro “Trancapalanca” es personal para su autor, Élmer Mendoza (Culiacán, 1949), catedrático en la Universidad Autónoma de Sinaloa y miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua en esa entidad.Así lo reconoció en entrevista con Notimex, en la que subrayó que “todo lo que he aprendido a través de la lectura de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Fernando del Paso y otros grandes para hacer mi propia literatura, me ha enseñado a pensar a y a poder escribir lo que pienso”.Con esa experiencia lectora, y al aprender el poder de los lenguajes literarios, y a mezclarlos, fue como el miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y de El Colegio de Sinaloa dijo que dio vida a su libro de cuentos “Trancapalanca”, cuya primera edición data del año 1989.Hoy, “como un regalo de los editores para mí y para los lectores, aparece nuevamente en el mercado”, añadió.El entrevistado ilustró al decir que esta novela, profusamente habitada por personajes y situaciones que caen sobre el lector como cascada, toma su nombre del juego mecánico infantil llamado en Sinaloa “trancapalanca”, que en la Ciudad de México se le nombra “sube y baja” y en otras partes “balancín”.Sobre su interés al enfrentar la temida hoja en blanco y escribir “Trancapalanca”, explicó que “quería darle mucho lugar a mi instinto, porque él tiene qué ver con la concepción de lo que hay que contar y cómo contarlo”.Así, comentó, fue como dejó salir su instinto natural y literario, el cual le dictó cada palabra, frase y párrafo que integra la novela. “Ese era el ejercicio: Dejar salir todo y luego darle tiempo para calibrar qué debía quitar, poner o enriquecer; fue ahí donde aprendí realmente el quehacer del escritor”.Expuso que una de las más grandes lecciones que le dejó la escritura de “Trancapalanca” fue que no todo lo que se le ocurre es genial, que todo se debe valorar, corregir, repensar y, después de eso, “prepararse para correr los riesgos que implica crear un personaje o hacer una historia diferente”.Así, hasta 1995 había publicado cinco libros de cuentos y dos de crónicas, y en 1999 su primera novela, “Un asesino solitario”. Con “El amante de Janis Joplin” obtuvo el XVII Premio Nacional de Literatura “José Fuentes Mares” y con “Efecto Tequila” fue finalista en 2005 del Premio “Dashiell Hammett”.Con ese espíritu, hoy es un formador de lectores y de novelistas. “Desde mi óptica de autor creo que ?Trancapalanca? le ha gustado a los lectores curiosos que tienen tiempo y se pueden detener a leer un libro, quienes no sólo piensan en los best seller, sino en libros que entretienen al tiempo que ilustran”, dijo.Por eso, abundó, en 2006 lanzó su cuarta novela, “Cóbraselo caro”, y en 2008 “Balas de plata”, merecedora del III Premio “Tusquets Editores de Novela”. Después “La prueba del ácido”, publicada en 2010 y protagonizada por el detective “Édgar ?El Zurdo? Mendieta”, a la que siguió “Nombre de perro”.El incansable promotor de la lectura en todos los niveles sociales subrayó de “Trancapalanca” es para los lectores que no temen entrar en sí mismos ni en la complejidad que son los seres humanos. “Hay libros que esclarecen todo eso, y son de gran ayuda para seguir viviendo con cierta felicidad”.Desde su primera aparición en 1989, “Trancapalanca” suma ya una incalculable cantidad de lectores. Ahora hay una nueva generación de mexicanos y lectores hispanoparlantes que conocen la obra, y para quienes no la conocen Élmer Mendoza los invitó a hacerlo.”Acérquense a ella porque es una propuesta vigente no sólo para los lectores, sino para quienes aspiran a ser algún día escritores profesionales. Todos ellos descubrirán algunos instrumentos para concebir un libro que no envejece, como lo atestiguan, sin distingo alguno, los viejos y los nuevos lectores”.YRM
Celebra Élmer Mendoza la trascendencia personal de su "Trancapalanca"
El autor volcó en el libro su pasión por Cortázar, Borges y Del Paso
Fuente: Internet