México.- No sólo es un nombre si no una vida, un legado, que nació para placer de la nobleza y para el paladar de los más exigentes, lo que James Buchanan, sí el creador del famoso whisky Buchanan’s buscó desde aquellos tiempos en los que obervó un futuro prometedor para su creación.
Para conocer en dónde estamos, es importante irnos a la historia y qué mejor que comenzar con la de este hombre que logró formar un imperio que hoy en día, sigue pero no con la idea inicial, ya que su mayor obra fue prácticamente tomada por otra clase de personas que distan mucho de las que él quería.
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La marca Buchanan’s aparece en innumerables corridos del narcotráfico, se le asocia a estos grupos ¿qué diría James de eso?, conozcamos su historia misma que aparece en la página oficial de este famoso whisky.
James Buchanan fue hombre de nobles principios, uno de los más reconocidos pioneros del whisky escocés y uno de los empresarios más exitosos de su época. Fue reconocido por sus contemporáneos como un hombre de valores inquebrantables. James Buchanan era la encarnación perfecta del caballero victoriano y un digno custodio de la imagen del Whisky.
Nació el 16 de agosto de 1849 en Brockville, al occidente de Canadá; creció en el seno de una familia de inmigrantes escoceses, Alexander Buchanan y su esposa Catherine. La familia regresó a Escocia en 1950 antes de mudarse a Irlanda del Norte.
En 1863, a los catorce años, Buchanan comenzó a trabajar en las oficinas de la compañía naviera WM Sloane & Co. como mensajero, donde ganaba 10 libras esterlinas al año. En 1868 se unió a su hermano William en su negocio de heno, granos y semillas en Glasgow, donde permaneció por 10 años antes de irse a Londres y convertirse en agente de ventas para la firma de whisky de Charles MacKinleys.
La historia de éxito y el camino hacia la grandeza de Buchanan comenzó en Glasgow, Escocia, donde trabajaba como ayudante de oficina, hasta que en 1884 incursionó en el negocio del whisky, creó su propia mezcla y fundó la compañía James Buchanan & Co.
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En 1885 James Buchanan ganó el contrato para convertirse en el único proveedor de whisky escocés a la Cámara de los Comunes, el cuerpo legislativo del Parlamento Británico: mientras que en 1889 el Buchanan’s Blend ganó una medalla de oro en la Paris Centennial Exhibition.
En 1897 Buchanan & Co. recibió un pedido de whisky del Príncipe de Gales (el futuro Rey Eduardo VII), por lo que elaboró una mezcla excepcional a partir de sus mejores whiskies.
El producto no recibió un nombre de marca, era conocido como “Scotch Whisky, Specially Selected”. Al año siguiente James Buchanan recibió órdenes reales para abastecer a la reina Victoria y el príncipe de Gales.
En 1901 se convirtió en proveedor de la realeza británica con “The Royal Household”, un whisky especialmente creado para tan distinguido encargo, y en 1907 se le encargó ser el proveedor de whisky escocés para el Emperador de Japón y la Corte Real Española. Mientras que en el año de 1902 abrió sus oficinas de París, Nueva York, Hamburgo y Buenos Aires.
Para 1903 compró Lavington Park, una finca en Sussex de 3,000 acres. Fue allí donde estableció su cuadra, con el propósito de poseer los mejores caballos de carreras de las mejores razas.
En 1922, como reconocimiento a su generoso apoyo en proyectos de caridad y sus logros como pionero del whisky escocés, James Buchanan recibió el título nobiliario de Lord Woolavington, por el Parque Lavington, su magnífica finca en Sussex.
Entre otros honores que recibió, en 1929 fue acreedor a un Doctorado honorario en Leyes por la Universidad de Edinburgo y el nombramiento de Caballero de la Gran Cruz de la Excelentísima Orden del Imperio Británico en 1931.
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Buchanan falleció en 1935, a los 85 años de edad, y fue enterrado junto a su esposa en el pequeño cementerio de St. Giles, en Graffham, cerca de Petworth, Inglaterra. Su testamento fue una prueba de generosidad hacia sus amistades y conocidos.
Dejó dinero a la gente de todos los ámbitos de su vida y otorgó numerosas pensiones a quienes le habían servido fielmente. Como siempre, su atención al detalle era prodigiosa y su generosidad, profunda.
“En 1884, viendo hacia el futuro, y no satisfecho con continuar mi carrera profesional como agente, tomé la decisión de iniciar un negocio por mi propia cuenta. A veces me asombró de la suprema confianza que sostenía – un hombre joven sin capital y prácticamente sin ningún conocimiento sobre el negocio al que me iba a embarcar: un extraño también, entre extraños en esta gran Ciudad de Londres. Lo extraordinario es que la posibilidad de fracaso ni una sóla vez se me ocurrió. Lo tenía siempre en mi mente que tarde o temprano estaba destinado a ser exitoso”, citó en algunas cartas.