Estados Unidos. En una controvertida decisión con implicaciones globales, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva para acelerar la exploración y extracción de minerales del fondo marino, incluyendo zonas fuera de la jurisdicción estadounidense. La medida busca fortalecer la posición de Estados Unidos en la obtención de recursos estratégicos, sin pasar por los mecanismos multilaterales establecidos.
La directiva instruye a los departamentos de Comercio e Interior a facilitar permisos para operaciones mineras tanto en aguas nacionales como internacionales. Este enfoque entra en conflicto con la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (AIFM), órgano de la ONU encargado de regular la minería en alta mar, al que Estados Unidos nunca ha adherido.
El plan apunta a explotar nódulos polimetálicos que contienen minerales clave como cobalto, níquel, manganeso y tierras raras, fundamentales para industrias tecnológicas y energías limpias. La Casa Blanca proyecta que esta estrategia generará hasta 100 mil empleos e inyectará 300 mil millones de dólares a la economía nacional en la próxima década.
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No obstante, organizaciones ambientalistas han advertido sobre los posibles efectos destructivos en ecosistemas marinos poco estudiados. “Es un precedente peligroso que podría abrir la puerta a una carrera minera sin controles”, señaló Jeff Watters, de Ocean Conservancy.
Aunque no hay proyectos comerciales activos en aguas profundas, países como Japón ya exploran en sus zonas económicas. La empresa canadiense The Metals Company también expresó su intención de iniciar operaciones bajo esta nueva política estadounidense, al margen del régimen multilateral.