Washington. En un acto reciente en Greensboro, Carolina del Norte, el expresidente Donald Trump anunció una de sus propuestas más drásticas: solicitar la pena de muerte para migrantes condenados por el asesinato de ciudadanos estadounidenses. Esta declaración forma parte de su continuada estrategia de fortalecer su imagen en el ámbito de la seguridad y la inmigración.
Durante su discurso, Trump enfatizó: “Tenemos que hacerlo… Estoy pidiendo la pena de muerte para cualquier migrante que mate a un ciudadano estadounidense o a un agente de las fuerzas del orden… El Congreso lo va a aprobar”.
Este discurso se enmarca en una serie de eventos en Carolina del Norte, un estado crucial que cuenta con 16 votos electorales y donde la contienda entre él y la vicepresidenta Kamala Harris se vislumbra muy reñida.
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Aunque la recuperación del estado tras el huracán Helene, que dejó más de 230 muertos, era un tema esperado, Trump optó por centrar su mensaje en la inmigración, repitiendo su retórica en casi dos horas de intervención. Argumentó que la inmigración es la mayor preocupación de los estadounidenses, relegando la economía a un segundo plano, a pesar de lo que indican las encuestas.
Un reciente sondeo de Gallup revela que el 52 por ciento de los votantes considera que las propuestas económicas son “extremadamente importantes” para su elección, mientras que la inmigración se encuentra en la quinta posición de preocupaciones.
Aun así, Trump insistió: “Creo que la frontera es la mayor amenaza para este país”, buscando reforzar su narrativa de una crisis inminente relacionada con la inmigración.
La polarización en torno a este tema se intensifica, con Trump reafirmando su compromiso de abordar la inmigración de manera rigurosa. Su enfoque en el tema podría tener un impacto significativo en su base de seguidores, quienes han apoyado sus políticas de mano dura en el pasado.
Mientras tanto, la estrategia electoral de Trump se enfrenta a la realidad de un electorado que prioriza la economía y la inflación en un momento de incertidumbre económica. Esta dinámica plantea interrogantes sobre cómo sus propuestas extremas resonarán con los votantes en las próximas elecciones.
