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Malala se resiste a la intimidación de los talibanes

Disparos contra Malala, un ataque contra todas las niñas en Pakistán, dice el presidente pakistaní

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Mingora, Pakistán.- La joven Kainat,
convaleciente por la herida que sufrió en el ataque contra su amiga Malala
Yusufzai por defender la educación femenina, espera volver pronto a su escuela
en Mingora, donde se teme que regrese el terror talibán.

Kainat Ahmad era una de las quince niñas -y dos profesores- que viajaban hace
una semana en una furgoneta cuando a unos 300 metros de la escuela para niñas
Khushal, propiedad del padre de Malala, fueron abordadas por un par de hombres
y uno de ellos disparó.

“Íbamos hablando en la furgoneta tras hacer un examen cuando notamos que
el vehículo paró y un hombre se acercó preguntando quién era Malala. Luego
disparó y recuerdo gritos pidiendo ayuda, pero me desmayé”, dice Kainat en
su casa en Mingora, en el norte paquistaní.

Kainat, que sufrió una herida en el brazo derecho, muestra una tranquilidad
sorprendente si se tiene en cuenta su edad -14 años, como Malala- y el horror
que vivió, pero en su familia reconocen que tiene el mismo miedo que muchas de
sus compañeras.

“El primer día faltó la mitad de clase, ahora aún quedan cinco o seis que
no lo hacen, pero volverán”, cuenta Adya, una de las alumnas del aula de
noveno grado en la que sigue vacía la silla que ocupaba Malala.

Muchas de las niñas que no han dejado de ir a clase expresan una determinación
absoluta por continuar sus estudios y defienden con convicción la importancia
que tiene la educación.

“Las mujeres son la base de la sociedad y solo si pueden educarse son
capaces de garantizar también la educación de sus hijos”, dice en un
inglés perfecto Adya, que hace suyo el discurso que defendió su célebre
compañera de clase.

La directora del centro, Maryam Khaleq, de apenas 28 años, quiere ante todo
proteger a sus alumnas y mantener un perfil bajo, por lo que recibe con
evidente desagrado la invasión de periodistas que ha desencadenado el atentado
contra Malala.

El miedo se palpa en la escuela, tanto en algunas niñas que no quieren ser
fotografiadas (“¿Es que quiere poner mi vida en peligro?”, le espeta
una de ellas a un periodista) como en la directora del centro, consciente de
que el caso le ha puesto en el punto de mira.

Mingora y todo el Valle de Swat vivieron una violencia extrema entre 2008 y
2009, cuando los talibanes dominaron la región y luego fueron expulsados por el
Ejército en una dura ofensiva.

Fue en esa época cuando muchos niños, y sobre todo muchas niñas, se quedaron
sin escuelas primero por la prohibición de los talibanes y luego por los
intensos combates que duraron casi medio año.

“(Los talibanes) nos exigieron una y otra vez que cerráramos la escuela,
pero este fue el único centro que se mantuvo abierto hasta el último día”,
dice a Efe Khaleq, que explica cómo pedían a las niñas que fueran a clase sin
uniforme y con los libros a escondidas.

Aquella experiencia llevó a Malala, una niña de entonces once años, cuyo padre
tenía una escuela desde 2002, a abrir un blog denunciando el terror que vivía y
cómo ella y sus amigas se resistían a dejar los estudios.

Su osadía y la creciente celebridad que obtuvo tras conocerse la identidad de
Gul Makai -seudónimo que usaba en su bitácora electrónica- le valieron cada vez
más amenazas hasta que se produjo el atentado, del que aún no se ha podido
capturar a los responsables.

“Hemos interrogado a más de cien personas -entre ellos el conductor de la
furgoneta escolar, que sigue detenido- , pero aún no tenemos a los
culpables”, reconoce a Efe el inspector de Policía Abdul Wahid.

El ataque -cometido a plena luz del día, a la vista de muchos y cerca de un
control policial- está siendo investigado por un equipo conjunto de policías y
militares.

“Hemos reducido mucho el número de sospechosos”, manifiesta un alto
mando militar, que incluso afirma que “están muy cerca de resolver el
caso” aunque rehúsa aportar detalles.

Entre la gente el temor se mezcla con la indignación. “Atacar a una niña
es ya lo último”, dice Khaleq-, pero en las calles de Mingora los niños y
las niñas siguen acudiendo con relativa normalidad a las decenas de escuelas
abiertas por toda la ciudad.

Una de las amigas más cercanas de Malala en clase, Reda, resume lo que parece
un sentir muy extendido en su comunidad: “Seguro que los que atacaron a
Malala no tuvieron educación y por eso no quieren que los demás la tengamos,
pero no lo van a conseguir”.

Disparos contra Malala, un “ataque contra todas las niñas” en
Pakistán
El presidente pakistaní, Asif Ali Zardari, estimó el martes que los disparos
hechos por talibanes contra la joven  Malala Yusafzai era “un ataque
contra todas las niñas” de Pakistán.

“El ataque de los talibanes contra esta muchacha de 14 años, que desde
los  11 años está comprometida en la lucha por el derecho a la educación
de las  niñas, es un ataque contra todas las niñas de Pakistán, un ataque
contra la  educación y todas las personas civilizadas”, declaró el
presidente Zardari al  margen de un foro económico en Bakú, capital de
Azerbaiyán.

“El trabajo que ha hecho era más grande a los ojos de Dios que lo que
hacen  los terroristas en nombre de la religión. Vamos a continuar
defendiendo su  causa notable”, agregó.

El 9 de octubre en Mingora (noroeste), Malala, de 14 años, resultó herida 
en un hombro y en la cabeza por balazos disparados por talibanes.

La adolescente fue trasladada el lunes a Birmingham (centro de
Inglaterra),  a un hospital que atiende a los soldados heridos en
Afganistán.

El ataque provocó una viva emoción en todo el mundo y en Pakistán, donde 
creó un importante sentimiento contra los talibanes en numerosas regiones
de  ese país de más de 180 millones de habitantes, donde se registra un
aumento  del fundamentalismo religioso.IN

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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