Estados Unidos.- Romper con la rutina, evitar el contacto físico, confinarse en casa, deshacer planes, vislumbrar la caída de la economía mundial, nacional y hasta personal; observar a líderes mundiales contradecirse y enfrentar la incertidumbre.
En menos de dos meses, habitantes de un sin número de naciones han tenido que modificar de forma radical su vida ante la solicitud de los gobiernos de “quedarse en casa” con el objetivo de contener la propagación del COVID-19, un virus del que hasta las naciones más poderosas tienen más preguntas que respuestas.
Por separado, cada uno de estos factores podrían ser un elemento que podría generar consecuencias emocionales, pero combinadas son un “coctel” que pone a prueba la salud mental de toda una sociedad.
“Estamos viendo un fenómeno de mucha ansiedad, como trastorno de personalidad definitivamente nos preocupa porque puede ser el generador de otras estructuras patológicas que nos preocupan con mayor profundidad.
Si el paciente, la población en general, la atiende de manera adecuada, se apoya en su sistema familiar primario, inmediato, se puede sobrellevar; pero en el peor de los escenarios si tenemos estructuras familiares o personales que coadyuven a una estructura más patológica de la personalidad eso definitivamente nos preocupa”, advierte Emiliano Villavicencio, especialista en psicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle.
A través de un análisis en redes sociales, atención a pacientes vía remota e intercambio de tendencias entre una amplia red de profesionales de la salud mental, se ha detectado que los principales factores que disparan inquietud y extrema inseguridad se generan, sobre todo, por el ‘encierro’, la sobre exposición a información y la poca claridad en la postura de los gobiernos ante las medidas implementadas.
Esta ansiedad se manifiesta a través de conductas disruptivas como la violencia o incluso con los saqueos que se reportaron hace una semana en algunas zonas del Valle de México, o conductas como la somatización de enfermedades incluso son síntomas similares a los del Covid-19.
Otro punto en contra del “equilibrio mental” en épocas de crisis, sobre todo en el caso de los mexicanos, es la poca actividad reflexiva que puede generarse a través de hábitos como la lectura, apunta el especialista.
“La lectura le permite a la gente generar reflexión sobre los fenómenos sociales que están viviendo, así que ante la pregunta de qué sectores de la población podrían verse más afectados por esta situación, en general si Mexico lee poco tengo un panorama poco bueno.
Para aminorar los efectos del peculiar momento por el que transita el mundo, los especialistas coinciden en la importancia de “cuidar la mente” a través la generación de rutinas, evitar la sobre exposición de información y estimular la creatividad.
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