Blooklyn.- Durante la sesión del juicio contra el Chapo, este lunes, un narcotraficante mexicano que trabajó durante más de una década para Joaquín Guzmán Loera como su piloto, describió la trayectoria del Cártel de Sinaloa.
Reveló que el Cártel llegó a funcionar como una empresa con más de 200 empleados, con secretarias y contadores; además era propietario de aviones y barcos que transportaban y recibían cocaína colombiana y funcionaba como proveedora de pagos en sobornos que ascendían hasta los 10 millones de dólares cada uno.
Miguel Ángel Martínez, se describió como un cercano aliado de Guzmán a principios de la década de 1990. Este personaje, de quien se pidió a los artistas de la corte no revelar su rostro a través de dibujos ni ninguna fotografía, habló durante el juicio a ‘El Chapo’, que se celebra en Brooklyn, Nueva York.
Estas medidas fueron para preservar la seguridad de quienes cooperaban durante el juicio, por lo que el juez prohibió a las caricaturistas que dibujaran su rostro y solo podía ser representado con la cara en blanco, sin expresiones ni detalles de su peinado.
“La amplia diseminación de su imagen hará más fácil el trabajo a aquellos que quieran hacerle daño”, justificó el magistrado, que pidió que se pixelaran las caras en las evidencias.
Martínez dijo durante su testimonio que para demostrar el poder del Cártel, se pagó dos o tres veces 10 millones de dólares a Guillermo González Calderoni, policía de la Procuraduría General de la República (PGR), quien les advirtió de que las autoridades antidroga de EU habían instalado un centro de interceptación de aviones. Miguel Ángel Martínez contó que el policía estaba a sueldo de Joaquín Guzmán. Le pagaron sobornos por un valor de al menos 20 millones de dólares.
“Me dijo que era un policía muy inteligente”, testificó Martínez, alias ‘El Tololoche’, al describir lo que Guzmán pensaba de Calderoni.
Calderoni fue asesinado en Texas en 2003. De acuerdo con Martínez, fue Calderoni quien avisó a Guzmán de que Estados Unidos había puesto una base para interceptar aviones que venían de Colombia y aterrizaban en pistas clandestinas mexicanas y que por lo tanto le recomendaba usar barcos para recibir y transportar cocaína.
‘El Chapo’, que ha estado detenido en confinamiento solitario desde su extradición a Estados Unidos a principios del año pasado, se ha declarado inocente de los cargos de que acumuló una fortuna multimillonaria al traficar toneladas de cocaína y otras drogas en una amplia cadena de suministro que llegaba a Estados Unidos.
De ser declarado culpable, enfrentaría una posible sentencia de cadena perpetua. Su juicio, ahora en la tercera semana, podría durar cuatro meses.
‘El Chapo’ tomó apuntes en una libreta durante el testimonio de su ex colaborador y le observó con los brazos cruzados. También habló a menudo a la oreja de uno de sus abogados, Eduardo Balarezo.
Cómo comenzó el trabajo del misterioso testigo con su jefe El Chapo
“Era mi único jefe”, declaró Miguel Ángel Martínez, también conocido como El Gordo, quien empezó a trabajar para el capo del cartel de Sinaloa como piloto, en la época en la que los envíos se hacían por avión. Conforme la confianza fue creciendo, lo hizo también su posición en la trama criminal hasta alcanzar un cargo que el mismo denominó de “gerente”.
Martínez empezó trabajando como piloto para Guzmán pero después pasó a ser gerente de operaciones, abriendo y cerrando oficinas del Cártel en Ciudad de México, entre muchas otras cosas.
Comentó que mantenía una relación estrecha con Guzmán y que cuando nació un hijo suyo, ‘El Chapo’ pidió ser el padrino del niño.
El mexicano, que trabajó para Guzmán desde 1986 a 1998, vivió las alegrías y enfados de su jefe. Por ejemplo, un día en que el Cártel recibió diez aviones cargados de droga colombiana, Guzmán Loera supuestamente le dijo: “Compadre ahora sí hizo usted una muy buena fiesta”.
Sin embargo, en 1993, cuando el narcotraficante colombiano Juan Carlos Ramírez Abadía envió un barco lleno de droga a un competidor de Guzmán en lugar de enviárselo a él, éste se enfureció. “Quiero que lo amarre al cabrón”, supuestamente le pidió ‘El Chapo’ a Martínez.
Martínez es el cooperante que está utilizando la fiscalía para poner en evidencia que Guzmán era el líder principal. “Nos daba órdenes a todos”, indicó. Empezó a trabajar para el narcotraficante a comienzos de 1987. Era conocido entre las redes de contrabando porque sabían dónde estaban las pistas clandestinas. Lo utilizó así para guiar a los pilotos de los carteles colombianos al transportar los cargamentos de cocaína.
Por aquella época el que dominaba el tráfico aéreo de droga era Amado Carrillo [líder del cartel de Juárez], por eso era conocido como El Señor de los Cielos. El testigo contó que los jefes de los carteles de Juárez y Sinaloa se llevaban muy bien. “Los vi abrazarse en fiestas”, relató, “pero competían por ver quién traía más droga”. “Me dijo que tenía que traer más cocaína que Amado, que tenía que conseguir más aviones”, afirmó.
Juntos viajaron a EE UU para comprar dos aviones. Los envíos fueron creciendo hasta 1991. “Se recibían cargamentos cada 20 días”, explicó. El transporte de cocaína llegó a hacerse en tandas de hasta 10 aviones, que cada uno transportaba hasta 800.000 kilos de droga. “Era El Chapo quien decidía que noche había fiesta”. En el periodo que supervisó las operaciones aéreas, contó que se realizaron hasta 200 vuelos.
Gracias al soplón, decidieron importar la cocaína por mar. Las transferencias de la droga desde los barcos colombianos a los camaroneros propiedad de Guzmán se hacían en puntos establecidos en aguas internacionales. De ahí se acercaban a la costa mexicana, a zonas donde el narcotraficante tenía propiedades junto al océano, y las embarcaciones eran recibidas por planeadoras.
Como dijo la semana pasada Jesús El Rey Zambada, el capo mexicano se hacía cargo prácticamente de la mitad de la inversión en el cargamento de cocaína. Los colombianos, explicó, le necesitaban para poder introducirla en EU. “Ellos no tienen 3.500 kilómetros de frontera”, señaló. La última vez que Martínez vio a Guzmán fue en 1994, cuando El Chapo estaba en la cárcel.
Especial seguridad para los cooperantes
Cogan impuso también la semana pasada una serie de limitaciones a la defensa en los interrogatorios a los testigos sobre asuntos sensibles. En concreto se refería a la cuestión de los sobornos que pagaban los narcotraficantes a autoridades mexicanas para proteger los envíos de droga y evitar las detenciones. Buscaba así que no se revelaran nombres y evitar que el proceso tome otro derrotero fuera del tribunal.
El testimonio de Jesús El Rey Zambada suscitó un gran interés político en México, por las revelaciones que hizo de pagos millonarios a altos funcionarios en nombre de su hermano Ismael El Mayo. Brian Cogan viene insistiendo en que este es un caso sobre tráfico de drogas, no sobre corrupción. Para la defensa, sin embargo, es la manera de cuestionar que El Chapo Guzmán fuera el líder del cartel.
No es inusual que la acusación haga este tipo de solicitudes al juez, pero este proceso está envuelto de un gran secretismo y se están adoptando medidas especiales para proteger a los testigos. No solo no se revelan sus nombres antes de pasar por el estrado, los documentos que se hacen públicos están muy editados con tachones en negro. Los abogados tienen prohibido hablar sobre detalles del juicio.
Brian Cogan llamó también la atención a Emma Coronel, la esposa de Joaquín Guzmán, porque entró en la sala con un teléfono móvil. Los dispositivos electrónicos solo están permitidos en los tribunales federales en EU para su uso entre el personal de seguridad y los equipos tanto de la acusación como de la defensa. El público debe entregarlos nada más entrar en el edificio.