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“Te escupen, gritan y golpean”: Así llega a ser la vida de una sexoservidora en Sinaloa

Maltratos, abusos y violencia, la otra cara de la prostitución que sufren miles de mujeres con tal de tener un ingreso seguro para sacar adelante a su familia; esta es la increíble historia Sandy, la cual, sin duda te atrapará

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“Te escupen, te gritan, te golpean”: Así llega a ser la vida de una prostituta en Sinaloa | Jesús Verdugo

Culiacán, Sin.- “Maquíllate más. Los clientes no pagan por ver lo que tienen en sus casas”, es la frase de una película que a Sandy Ríos (seudónimo) le trae recuerdos de cuando fue sexoservidora.

Si bien admite que es un negocio redituable que da para comprar lujos y hasta para darse una vida VIP, asegura que no lo volvería a hacer por el riesgo que representa, además de los problemas de salud tanto a nivel cognitivo, físico y emocional.

De entre los problemas que enfrentó en aquellos días, fueron estrés psicológico, desesperanza y baja autoestima por las humillaciones que llegó a sufrir.

“Los hombres que van contigo a un servicio es para hacer lo que no pueden hacer con sus parejas, les gusta mucho experimentar con la humillación, te escupen, te gritan, te golpean”, comentó la joven retirada desde hace diez años de esta práctica.

Sandy, se enroló en el ambiente por necesidad cuando tenía 21 años y trabajaba como mesera en un centro nocturno de Culiacán, donde ganaba 60 pesos por jornada, más propinas.

Recién se había separado de su exmarido y la responsabilidad de su hija de condición especial cayó totalmente sobre ella. Aunque su plan de vida en esos días no era precisamente trabajar en un bar, fue el único lugar donde la solicitud de empleo amarilla le fue aceptada.

El horario no era fácil, pues la jornada empezaba a las 5:00 de la tarde y concluía a las 4:00 de la mañana. ¿De dónde sacaba fuerza para llegar a casa y cuidar a su hija? Ni ella misma lo sabe.

Como en ese bar las mujeres estaban limitadas únicamente a ser ayudantes de mesero y recibir una menor parte de las propinas, las chicas se las ingeniaban para obtener más ingresos.

“Por eso parte de la dinámica entre las mujeres es: pórtate coqueta con el cliente y que te dé la propina por debajo del agua”, describió.

Aunque en principio se resistió a seguir el consejo de sus compañeras, la necesidad la orilló al juego de la coquetería y pronto las propinas aumentaron.

“A veces me daban 200 o 300 pesos, pero también conforme va avanzando te piden que les aceptes una salida, muchos bastante tomados te piden que los dejes agarrarte la mano, que los dejes tocarte o abrazarte y poco a poco sin que te des cuenta te ofrecen 500 pesos para que te dejes manosear en los baños, casi todas las compañeras lo hacíamos, todas las ayudantes de meseros”, relató.

En ocasiones compañeros del bar les avisaban: “en tal table dance andan ocupando muchachas para meserear, cae mucha lana con las propinas, ¿Quién le entra?”; la oferta le daba desconfianza, pero un día aceptó y descubrió que podía llevar más dinero a casa de esa manera.

“Si bien las bailarinas tienen una especie de tabulador, un costo por servicio, a veces los clientes no quieren gastar en ellos y se les hace más fácil pagar menos por una mesera, aparte es una manera de que una como mesera pueda ganar créditos para ver si puedes llegar a ser bailarina en algún lapso de tiempo, llegué a trabajar en una cantina que está en kz4, cuando menos piensas tú ya le estás diciendo al cliente: ok sí podemos hacer esto, pero tiene un costo. Obviamente no puedes cobrar lo mismo que una bailarina que ya tiene experiencia, que muchas de ellas tienen cirugías y hacen más cosas”.

Pronto pasó de servir tragos a prostituirse para costear los gastos del hogar. Entre varias compañeras rentaban un cuarto, se dividían los gastos y pagaban una comisión para ser “cuidadas”.

“Por un servicio completo me quedaban 700 pesos, pero no era por hora, era hasta que el cliente terminara, eso también te pone en una especie de vulnerabilidad, porque no sabía qué tanto va a durar el cliente, digo vulnerabilidad porque, aunque nos tratábamos de cuidar entre compañeras, cuando una tardaba mucho siempre llegábamos a pensar: oye, ¿y si le habrá pasado algo? Y es que, a muchos hombres les gusta experimentar con la humillación, pero ya estás ahí, en ese momento piensas, pues haces lo que tengas que hacer y te llevas el dinero”.
— ¿Se transforman?
“Sí. La mayoría de los clientes van no porque no tengan una pareja, sino para hacer todo aquello que no pueden hacer con su pareja”.
—¿Te pegaron alguna vez?
“Sí, me pegaron. Les gustaba escupirme, les gusta mucho que estés en el piso, les gusta ver cosas que están influenciadas por la pornografía, que son dolorosas físicamente”, confesó.

Sandy sufrió humillaciones, abusos y violencia por parte de algunos clientes, pero cuando pasaba por aquellas situaciones hacía un esfuerzo por escapar de la realidad y dejar su cuerpo a merced de aquellos desconocidos.

Pensaba que el dolor era pasajero y aguantaba todo al acordarse que no tener para comprarle medicamentos a su hija o no poder darle de comer era más doloroso.

Una infección de transmisión sexual la hizo replantearse lo que estaba haciendo y cuestionarse si la afectación a su salud, el daño emocional y físico valían la pena.

“Muchas veces los hombres que no traen preservativo es porque ya traen algo (infección) y no les importa contagiarte, un hombre sano que sabe que eres sexoservidora trata de cuidarse y usa preservativo, pero si ya trae algo pues qué más da, no lo usa y tú no puedes decirle: no te voy a dar el servicio, porque resultan ser violentos, incluso se dan violaciones, sin pago, sin nada”.

Irónicamente, después de dos años y seis meses metida en la actividad, Sandy logró salir con la ayuda de uno de sus clientes, quien la apoyó económicamente y la protegió de las posibles represalias que pudiera tener por parte de las personas con las que se había involucrado.

“Me ayudó bastante económicamente para poder salir de ahí, honestamente tuve muchos beneficios para poder salir, para que no me buscaran y poder sostenerme unos meses en lo que conseguí aun trabajo más estable”.
— ¿Te ha pasado por la mente volver?
“Sí me ha pasado, pero en cuanto lo pienso es uno “no, no puedo retroceder así, por mi seguridad y porque si bien hay sexoservidoras de todas las edades, obviamente yo a mis treinta y tantos años no tendría las ganancias ni la cantidad de trabajo o propuestas que tenía hace 8 o 9 años, los hombres buscan cuerpos jóvenes, atractivos”…

“También hay mucha violencia dentro de la misma comunidad, de hecho si no estás con las compañeras adecuadas ellas mismas te ponen trabas, llegan a ser violentas, el mayor problema de este trabajo no es la reputación que te vaya a quedar, es la violencia física por parte de los clientes, la violencia económica por parte de quienes te cuidan, si estás en la calle le tienes que dar sí o sí el servicio a los policías, o sea, no es opción, lo tienes que hacer y sin paga, además estás expuesta a enfermedades ”.

Al compartir su testimonio con Línea Directa, consideró necesario que se hable sobre el tema, que se reflexione y se busquen soluciones para miles de mujeres que por desgracia no cuentan con ningún tipo de protección y ponen en riesgo su vida.

“A falta de una regulación, de empatía, es que existe toda una mafia detrás de este negocio y obviamente a nadie le interesa cuidarnos, creo que tenemos que cuestionarnos un poco más cuando hablamos de sexoservicio, si se quiere abolir ¿Qué es lo que le estamos ofreciendo a las trabajadoras sexuales? ¿De dónde viene el problema de raíz? Muchas son estudiantes, muchas son madres de familia, profesionistas, la pregunta es: ¿qué opciones nos están dando para que muchas hayamos tenido que recurrir a este tipo de trabajos?

Desde el año 2003, el 17 de diciembre se celebra el Día Internacional para poner fin a la violencia contra las trabajadoras sexuales, una efeméride que nació por los crímenes violentos que ocurrieron en la ciudad de Seattle entre los años ochenta y noventa, y que fueron perpetrados por el “El Asesino de Green River”, quien le quitó la vida a más de 49 sexoservidoras con la supuesta finalidad de “limpiar las calles”.

Desde entonces se ha tomado el 17 de diciembre como un día de homenaje para las víctimas, pero con el tiempo ha cambiado su razón de ser con el propósito de darles voz a todas las trabajadoras sexuales que sufren todo tipo de maltratos y abusos, ejerciendo su trabajo.

 

Fuente: Internet

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