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¡La última fiesta! El velorio de la abuela: mitos y símbolos de la despedida mexicana

El dolor, los rezos, las flores y el retrato, forman una imagen grabada en la memoria de aquellos a quienes les toca convivir de cerca con la muerte, en un rito mexicano que llegó por motivos médicos pero que permanece por los sentimientos

Flores sobre un ataud especial LD
El velorio en México empezó por una necesidad médica y se transformó en un proceso social para aquellos que perdieron a un familiar. | Cortesía.

Guasave.- Cuando mi abuela murió había sentimientos encontrados, había pasado meses enferma y aunque jamás lo hubiese pensado, yo misma le pedía a Dios que su sufrimiento acabara. Consideraba que ésta sola acción me permitiría estar preparada para la despedida y que su funeral sería más llevadero, consciente de que el descanso para ella, lejos del dolor, nos confortaría en la pérdida. No fue así, las horas, los días y los meses que vinieron después fueron terribles.

Una playera de color negro que antes sirvió para celebrar sus 80 años, era la que hoy nos vestía de luto, ella también usó ese mismo vestido con el que meses atrás festejó sus 8 décadas, se veía hermosa, así que el altar también lució su último retrato.

El féretro rodeado de flores, con los cirios encendidos, los rezos en el aire, así como el característico olor de las rosas, claveles y lirios son el recuerdo impregnado que queda en la memoria de aquellos que han pasado por un rito tan antiguo como es el velorio, un momento de tristeza, de soledad, de duda y de angustia, pero también contradictoriamente, de compañía, de consuelo y de amor.

La muerte es un camino que todos hemos de recorrer, nos lo recuerda a diario con las noticias de propios y extraños que han dejado este plano para “pasar a mejor vida”. Podemos decir, que aunque el velorio es un rito que nació como una necesidad médica para que él que se fue, hoy se mantiene como una necesidad psicológica para los que se quedan.

En la edad media la falta de higiene, el uso de utensilios de cocina de estaño, sumamente tóxicos, que provocaban envenenamientos temporales, y los frecuentes comas etílicos, hacían parecer que las personas estaban muertas, por eso, para evitar que se les enterrara vivas, la familia decidía quedarse en vela para cuidar el despertar, o no, de su ser querido.

El tiempo aproximado que le dedicaba cada familia al velatorio era de aproximadamente tres días, pues siguiendo las santas escrituras se vinculaba este tiempo con la resurrección. El velorio se realizaba en los domicilios y no fue hasta los años 70 cuando en México se abrió el primer edificio habilitado para ofrecer un servicio funerario cuando acontecía una muerte.

Actualmente 24 horas son suficientes para despedir el cuerpo de aquellos que han pasado a mejor vida, muchas de las acciones se han desvirtuado ya, pero en la tanatología las consideran necesarias para superar el duelo.
Según la doctora Verónica De León, de la fundación Déjalos Ir con Amor IAP, todo el ritual que permanece en México es necesario para afrontar la pérdida.

“Creo que es algo que tenemos que rescatarlo con todas sus tradiciones, el velorio, el estar acompañando a los dolientes, se puede convertir en una herramienta tanatológica, porque el funeral es un proceso social y psicológico, porque me permito registrar en mi mente y en mi corazón que sí hubo una muerte, y recibir las condolencias, el apoyo social. Es socializar el dolor y ya no quedarme con él, ya no es sólo mi dolor, pero además es el último ritual que tenemos los vivos para despedir a nuestros seres queridos”, explicó la psicóloga.

En México el 1 y 2 de noviembre se celebra a la muerte, claro, el enfoque cambia cuando no hay un duelo reciente, cuando es así, los deudos hasta quisieran saltarse esos días, que no existieran en el calendario y que estos rituales que están bien arraigados entre los mexicanos, desaparecieran, porque les hace revivir la pérdida, dijo la especialista.

El tiempo cambia muchas cosas, incluso aquellas relacionadas a la muerte

El velorio en México se ha modificado con el paso del tiempo, hace mucho tiempo a los difuntos los velaban siempre en sus domicilios, disponían una mesa para tenderlos, la llenaban de arena y luego colocaban la sabana, es ahí que muchas personas orientadas por esta costumbre repelen el “acostar” a niños en las mismas.

De ello da cuenta el historiador y cronista guasavense, Daniel García López, quien prepara una exposición de fotografías de funerales mexicanos: el antes y el ahora, donde se observa que las diferencias son grandes. En el pasado por ejemplo, las imágenes de los difuntos recorrían los pueblos para avisar a quienes los conocían, que había fallecido, hoy en día las redes sociales y la comunicación por celular, son los portadores de estas malas noticias.

Para Daniel, cada acción que se realiza en un velorio tiene su significado, desde la guardia de honor que se ha ido perdiendo con el paso de los años, hasta los nueve rezos diarios que prosiguen al funeral de cuerpo presente.

El velorio a la mexicana

  • Subir el cuerpo: Es el momento en que oficialmente inicia el velorio, cuando en la funeraria o en la casa donde se realizará el servicio colocan el féretro con el difunto para que los familiares y sus acompañantes inicien la vigilia.
  • Rezos: Regularmente durante el velorio, que actualmente en México dura 24 horas, se realizan diferentes momentos cuando se rezan rosarios ya sea por parte de un familiar o bien por parte de alguna persona que “rezadora”.
  • Guardia de honor: Durante diferentes momentos del velatorio, generalmente los compañeros de trabajo o hobbies que tuviera el difunto le rinden homenaje realizando la guardia de honor como forma de respeto. Se colocan entre 4 a 6 personas en cada esquina y a los costados del féretro en silencio y con la cabeza baja.
  • Retiro del cuerpo: Al finalizar el tiempo de velorio el cuerpo se “baja” o se retira y se lleva a la carroza para ser trasladado a una iglesia, si el difunto era católico.
  • Misa de cuerpo presente: En religión católica la misa de cuerpo presente, es una de las partes finales del velatorio. La familia y los allegados más cercanos se reúnen en una iglesia para pedir por el eterno descanso del alma del difunto. Es uno de los momentos de mayor sentimiento para los deudos. En algunos casos también se realiza guardia de honor durante la misa.
  • Sepulcro: Finalmente tras 24 horas, en algunos casos hasta 48 horas, después del fallecimiento, se llega al panteón donde será la última morada para despedirse del difunto.

El espectador de la “muerte a la mexicana” agrega que antes incluso, “la caja”, era parte de la vida de las personas, pues la mandaban a hacer con anticipación para evitarle problemas a su familia.

“Antes la gente mandaba hacer su caja y la tenía guardada, era como una previsión, porque no era tan fácil conseguirla, te morías y la gente ya tenía su mortaja, sus ajuares con los que querían que los enterraran. Cuando la gente moría se mandaba traer un fotógrafo y poder conservar ese momento ahora se ve como algo macabro, como algo morboso”, relató.

Otra de las cosas que han cambiado con el paso del tiempo en el velorio, es lo que se consideraba como irrespetuoso.

A diferencia de antaño donde ese momento era un espacio de guardar y en el que por respeto al fallecido, la música estaba prohibida e incluso el encender la televisión, hoy en día hasta grupos en vivo acompañan al funeral de cuerpo presente, contradictoriamente una misma canción suena diferente cuando se trata del regocijo y cuando se está sufriendo una pena, dijo Verónica de León, tanatóloga.

La muerte también es un negocio

En la actualidad los funerales en casa son cada vez más escasos. El cansancio de los familiares, o evitar recuerdos tristes en el hogar, han hecho que el rito se haya mudado hacia las funerarias.

Aquí los paquetes básicos incluyen el ataúd, el mobiliario para los asistentes y los cuatro cirios que simbolizan las etapas de la vida del difunto: niñez, adolescencia, adultez y vejez, con ellos se honra su memoria y se valora su vida.

Sin embargo, hay otros en los que los gastos de la familia son suntuosos, desde el féretro personalizado dependiendo del oficio del fallecido, si se trata de un niño o niña, o hasta la religión que profesaba y al santo al que veneraba.

Este tipo de negocios han prosperado en los servicios que se ofrecen, ya no sólo están los ataúdes sino la renta de capillas para el velatorio y hasta banquetes para que la familia no se distraiga en la atención de los asistentes, tal y como ocurre en una fiesta de cumpleaños. Por supuesto, las recámaras para el descanso de aquellos que deseen usarlas, en ese proceso del acompañamiento al difunto.

Por muchas razones, a pesar de todo, el dolor es pasajero

El paso de la vida a la muerte, la despedida de aquel que se ha ido para nunca más volver, y el dolor que causa el duelo, son trances que emocionalmente pesan en los deudos tal vez para siempre, pero se aprende a vivir con el.

En el velorio de la abuela, conocida también como Doña Lolita, fue particularmente difícil rezar por su alma. Ella era la rezadora del pueblo, por eso cuando murió, no había dudas, su familia le ofrecería un misterio de los novenarios.

La razón era obvia, se pedia por su descanso eterno y que llegara pronto al reino de los cielos, pero al realizar una práctica tan cotidiana para ella, era imposible que el dolor no se les agolpara en el pecho. Al pronunciar el Ave María durante la despedida, las lágrimas se acumularon en los ojos y las palabras se volvían difíciles de pronunciar.

Cada velorio que ha vivido una familia, tiene momentos muy intensos para los deudos, pero como dice el refrán “el tiempo lo cura todo”, y aunque el dolor no desaparece, se aprende a vivir con él, se aprende a sonreír de nuevo y a vivir, sin llorar a casa paso.

Esto lo sabe muy bien Esteban Rendón Meza, director del panteón municipal de Guasave y quién ha sido de oficio panteonero desde hace años. En estas fechas se preparan para que las familias de los difuntos encuentren las tumbas limpias, pero saben también del olvido y muchas criptas dan cuenta de ello, por eso sabe que el dolor es pasajero.

Año con año se observan miles de familias en los panteones, pasando el Día de Muertos con sus difuntos, pero hay miles de tumbas más que no reciben una flor o una veladora. O incluso quienes en todo el año no visitan la última morada de sus familiares, después de todo “no hay mal que el tiempo no alivie su tormento”.

El velorio en México se ha modificado, se ha adaptado a los nuevos tiempos y a la modernidad y a la rapidez de la vida. De tres días pasamos a 24 horas para despedirnos de quienes nunca volveremos a ver en vida, en muchas ocasiones ya no hay novenarios, sino tres misas, la guardia de honor se realiza pocas veces y al terminar el sepelio, se vuelve a la rutina, no como antes donde por meses, se vestía de negro y no se prendía la televisión ni se escuchaba música.

A pesar de todo, las prácticas importantes se mantienen, arraigadas la mayoría de ellas por la religión que se profesa. El velorio es necesario para cerrar el ciclo de los que se quedan y vivir acompañados el proceso de despedida, nos ayudará a continuar con nuestra vida

Doña Lolita se fue hace casi tres años, su familia no sabe si ya ha llegado a Dios, como ella hubiese querido, quizá así sea y gracias a eso, Él permitió que su olor se esparciera en ese mismo lugar, donde dejó las hojas de papel para encerar con parafina, casi un año después de su muerte. El mismo lugar donde su hija le elaboró su propia corona.

 

Fuente: Internet

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