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Entre el pasado y la modernidad: Culiacán, 491 años de una ciudad extraordinaria

En sus 491 años de vida, la capital de Sinaloa ha sido testigo de grandes momentos y acontecimientos que marcaron su rumbo, pero… ¿Cómo empezó todo? ¿Cómo llegamos a lo que hoy somos?

Aniversario Culiacán fotos antiguas
Culiacán cumple 491 años de historias que viven en una ciudad de contrastes | Jesús Verdugo.

Culiacán, Sinaloa.- ¿Quiénes fueron los primeros habitantes de Culiacán? ¿Cómo surge esta ciudad que logra fusionar tres imponentes ríos con la urbanidad y regalarnos un atardecer único? ¿Cómo ha cambiado a lo largo de la historia? Son sólo algunas de las preguntas que surgen al observar las imágenes del pasado y compararlas con este presente que une múltiples expresiones culturales y la ubica como una ciudad única en el mundo.

Hoy, en el marco de su 491 aniversario, Culiacán tiene cafeterías mediterráneas, restaurantes continentales y centros nocturnos modernos, pero también se aferra a esos rincones donde el tiempo parece haberse detenido, un ejemplo son aquellos mercados que huelen a cuero y baqueta, ese olor que se mezcla con las especias y el de la carne o fruta fresca, espacios donde las figurillas de los santos o vírgenes de Guadalupe, pintan un toque especial al ambiente.

¡Y qué decir de los juguetes antiguos como resorteras de madera o loterías que aún pueden encontrarse! Ahí están los mercados Garmendia y Juárez en pleno centro de la ciudad, luchando por sobrevivir al embate de las grandes marcas comerciales.

Y si de resistir hablamos, por los pasillos de ambos mercados se aprecia a los “chirrines”, músicos que entonan canciones a cambio de unas monedas, hombres que le cantan a la vida con el corazón, trovadores que de vez en cuando hacen escala en las viejas cantinas como parte de su “gira”, algunos de ellos todavía se acuerdan de Lupita, la novia de Culiacán, o le cantan a Jesús Malverde, el legendario bandido generoso.

Conoce la historia de Lupita la novia de Culiacán

En sus 491 años de vida, el municipio ha sido un testigo silencioso de grandes momentos y acontecimientos que marcaron su rumbo. Actualmente, Culiacán tiene 133 colonias, 333 fraccionamientos, 11 colonias irregulares y 17 sindicaturas, pero… ¿Cómo empezó todo? ¿Cómo llegamos a lo que hoy somos?

Culiacán en sus primeros años

Se dice que los primeros habitantes de Culiacán se asentaron en aldeas a lo largo de los ríos cerca del año 900 después de Cristo y pertenecían a un señorío de Aztatlán, un estado prehispánico que se ubicaba al norte del actual estado de Nayarit y sur de Sinaloa. Colindaba al sur con el reino de Xalisco.

Oficialmente Culiacán fue cofundada el 29 de septiembre de 1531 por los conquistadores españoles Lázaro de Cebreros y Nuño Beltrán de Guzmán, bajo el nombre de Villa de San Miguel de Colhuacán, en referencia a San Miguel Arcángel, considerado el Santo Patrón de la ciudad, el cual puede apreciarse por encima de la catedral.

En las páginas de la historia “culichi”, desfilan todo tipo de personajes, desde los que parecen surgidos de una novela, hasta aquellos que son de carne y hueso y le han dado forma a la historia de la región.

Fotogalería de Culiacán: Entre el pasado y la modernidad

 

El cronista e historiador sinaloense Luis Antonio García Sepúlveda enlistó para Línea Directa, a los personajes más emblemáticos que ha tenido la capital sinaloense, donde en primer lugar aparece Coltzin, un personaje antiguo considerado una deidad de la tribu Colhua. Su nombre se ha traducido como “Dios Torcido”.  

“Coltzin, se encuentra en el escudo de Culiacán, su nombre tiene dos vocablos, Colt, quiere decir torcido y Zin reverenciado, así se le decía a los ancianos, de hecho la palabra colti viene de ahí, la gente dice: amanecí colti, quiere decir que amaneció torcido, se dice que en Culiacán había un anciano de gran sabiduría y cuando llegan los Aztecas en su peregrinación se lo llevaron con ellos, ellos tenían la costumbre de divinizar a sus líderes y a Coltzin lo elevaron y le cambiaron el nombre a Huitzilopochtli, entonces, ese mito nació aquí en Culiacán”, comentó.

Otro personaje emblemático es el Ayapín, un guerrero Náhuatl, que desafió a los españoles y en 1531, tras varios años de rebeldía contra la esclavitud de su tribu, fue capturado, atado a cuatro caballos y descuartizado en lo que hoy es la avenida Álvaro Obregón, como una forma de escarmiento de parte de los gachupines.

Nos fue muy bien con Porfirio Díaz y muy mal en la Revolución

Francisco Padilla Beltrán, cronista oficial de Culiacán, nos contó sobre los momentos clave de la capital sinaloense y destacó que uno de ellos fue en los tiempos de la Colonia, cuando se convirtió en un punto estratégico para la conquista del norte del país, pero su mejor momento fue durante la segunda mitad del siglo XIX, en el Porfiriato.

En esos días, concretamente en 1909 se construyó el emblemático Puente Negro, el cual es de la variante tipológica llamada “Parker”, utilizada principalmente para puentes ferroviarios como es el caso.

“En el Porfiriato ya tenemos un Culiacán más urbanizado, con un perfil más urbano, con mayor población, la ya llegada de Luis F. Molina, el arquitecto de la ciudad que venía del Estado de México, ya le dio otro perfil al construir edificios, alinear las calles, darle una nomenclatura a la ciudad, es decir, el organizó la ciudad, hizo nuevas avenidas, nuevas calles, de tal manera que el Culiacán de finales del siglo XIX ya comenzó a tomar forma y convertirse en una de las ciudades más destacadas del noroeste; de hecho, en el periodo del Porfiriato nos vamos a encontrar ya con una elite económica y política que estaba muy conectada con el centro del país; Francisco Cañedo, el gobernador de Sinaloa, tenía una estrecha amistad con Porfirio Díaz”, comentó.

Las buenas relaciones con el centro del país permitieron un intercambio comercial que benefició a Culiacán, aunado a la llegada de familias como los Redo, los Almada, los Orrantia, quienes desarrollaron la agricultura en la región.

Es así como empiezan a surgir fuentes de empleo como el Coloso, ubicado donde hoy es la colonia Las Quintas, donde se producían mantas, el cual fue quemado en la Revolución como una forma de venganza contra el entonces gobernador Diego Redo, quien pertenecía a la elite de Porfirio Díaz; aquello dejó sin trabajo a cientos de culiacanenses e hizo que muchas familias acaudaladas abandonaran la ciudad.

“Los revolucionarios quemaron tres veces Culiacán: se saqueó, se quemó”.

-¿De qué fecha estamos hablando?

“De 1911, el tiempo de la Revolución, entonces pues tenemos ya un Culiacán que suspende el crecimiento urbano, esta paz que había logrado el Porfiriato se ve interrumpida, la élite se va, al mismo Luis F. Molina lo querían asesinar porque era parte de la élite porfiriana, así que los empresarios se van a Los Ángeles, otros se van a la Ciudad de México y la economía se viene a pique, después de la Postrevolución se crean varios canales de riego que facilitan la agricultura”, comentó.

 

Con el correr de los años, Culiacán se ha convertido en una ciudad grande que se ubica en el lugar número 19 entre los centros más poblados de México, pero no siempre fue así. Padilla Beltrán relató que en el siglo XIX y principios del XX, la ciudad apenas llegaba a donde hoy se ubica el bulevar Francisco I. Madero, que en aquellos días era la colonia 2 de Abril y en el extremo norte se terminaba en la Aquiles Serdán, donde había una barranca.

“Se tenían que ir en carretas hasta allá, el puente hacía Tierra Blanca no existía, de hecho era un pueblo, así se llamaba Tierra Blanca y cuando llovía difícilmente se podía pasar porque no había puente, entonces se tenían que esperar a que bajara el agua, era un pueblo y tenía una tradición en el día de San Antonio, toda la gente ese día atravesaba el río, había una canoa que atravesaba a la gente, todavía esa canoa en el siglo XX estaba ahí”, comentó.

Fue a finales del siglo XIX, cuando los antiguos habitantes de Culiacán construyeron el puente Cañedo, que comunicó las poblaciones de la zona norte con la zona sur.  En principio el cruce era de madera y fue a mediados de los años cuarenta cuando lo construyen de concreto, con el nombre de puente Miguel Hidalgo, aunque muchos lo llaman “puente de la Obregón” o “puente de Tierra Blanca”.

El resurgimiento de Culiacán

Entre 1940 y 1948, mientras el mundo tenía sus ojos en los conflictos relacionados con la Segunda Guerra Mundial, en Culiacán el progreso se notaba con la llegada de la presa Sanalona, que detona todo el valle agrícola; los cuarenta, los cincuenta y sesenta, es cuando la ciudad comienza a crecer.

“Es cuando empieza a modernizarse, empiezan a llegar las aerolíneas, surgen en forma los medios de comunicación, empiezan a llegar griegos, japoneses, chinos, la mayoría empresarios, se incorporan a la sociedad de Culiacán y le dan un perfil diferente, empiezan a aparecer grandes centros comerciales donde ya te venden aparatos electrónicos, empiezan a llegar los cines; desgraciadamente lo que perdimos por esa modernidad fue el Centro Histórico”, comentó Francisco Padilla Beltrán.

Detalló que en los años cincuenta se vivió una modernidad mal entendida pues comenzaron a derribarse las viejas casonas e inmuebles antiguos para construirse edificios modernos, lo cual representa destruir parte del pasado.

De más 650 edificios antiguos, actualmente en Culiacán quedan menos de 300, entre ellos la casa en ruinas de la familia De la Vega, ubicada entre Rafael Buelna y Álvaro Obregón, así como el edificio que alberga al Museo de Arte de Sinaloa, el archivo de Sinaloa, el Hospital del Carmen, por mencionar algunos.

Las calles del centro de Culiacán fusionan el pasado y el presente, en su arquitectura se pueden ver destellos de todas las épocas, las cuales despiertan recuerdos y permiten un viaje al centro de las emociones. ¡Qué decir de los panteones! Los hay desde los más antiguos, como el San Juan, hasta los modernos con enormes capillas del tamaño de una casa, como es el caso de Jardines del Humaya.

Ese es Culiacán, una tierra de contrastes, de emociones, pero en general, de gente cálida, amable y que busca conquistar sus objetivos, como ha sido el caso de grandes hombres y mujeres que han puesto en alto su nombre, como lo son Julio Cesar Chávez, Luz Daniela Gaxiola, Miguel Rodarte y Julio Urías, tan solo por mencionar algunos.

Fuente: Internet

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