México.- La celebración de Halloween es una de las más populares en el mundo, pues año tras año decenas de países se suman a esta tradición con el uso de disfraces, decoraciones aterradoras, entrega de dulces y otras prácticas que se han ido popularizando entre grandes y chicos. Sin embargo, este festejo no parece ser tan bien visto por la iglesia católica.
En primer lugar, hay que destacar que Halloween es una celebración que se remonta a la cultura celta, muy anterior al cristianismo, que, conforme al calendario lunar, celebraba el Samaín o Samhain, que marcaba el fin de su año.
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Los celtas creían que en estas fechas, aunque los muertos deambulaban, su magia era más poderosa y podían expulsarlos con hogueras y nabos. Los niños, por su parte, recogían de cada casa “ofrendas” que los pobladores ofrecían para pedir a los dioses protección ante la oscuridad, ofreciendo además sacrificios de todo tipo.
Con el pasar del tiempo y tras la imposición de los romanos, la celebración del Samaín empezó a experimentar modificaciones, popularizándose como el “All hallow’s eve” o “All Hallows Evening”, que significa “víspera de todos los santos”, sin embargo, la misma iglesia acusa que esta connotación se ha desvirtuado con el pasar de los siglos.
La festividad fue consolidándose en Europa entre los años 1500 y 1800. En ese periodo se hicieron comunes las hogueras para marcar el final de la temporada de cosecha y los ejercicios de adivinanzas, donde los presentes predecían quienes serían sus socios y la fecha de su muerte.
También durante esa época se hizo popular el uso de las lámparas de nabos en homenaje a la historia de Jack, un personaje que fue condenado a caminar en las noches con un trozo de carbón encendido dentro de un nabo con agujeros.
Tiempo después Halloween llegó a territorio estadounidense y rápidamente empiezó a transformarse, utilizando la calabaza como sustituta del nabo e incorporando otros elementos como espantapájaros, calaveras, brujas y demás.
Es así que esta celebración pasó a popularizarse también como Día de Brujas, adoptando un concepto mucho más comercial pero que, según la iglesia, “tiene un trasfondo de ocultismo y de anticristianismo”, pues muchos religiosos aseguran que este festejo responde a costumbres “paganas” que enaltecen a la oscuridad y adoran al diablo y otros espíritus malignos.
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Ahora bien, en respuesta a su la iglesia católica está en contra de celebrar Halloween, hay que decir que esta busca que se siga celebrando el día marcado en el calendario litúrgico como sucede desde el siglo octavo, que nada tiene que ver con los elementos alusivos a las brujas, fantasmas o monstruos de Halloween que, los más aventurados, tildan de “satánicos” o “demoniacos”.
Aun así hay quienes, aun siendo partícipes del catolicismo y otras religiones, deciden unirse a los festejos de Halloween sin buscarle un sentido oculto, simplemente disfrutando de pasar tiempo con familia y amigos en un ambiente especial.