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Sabina y Serrat hicieron vibrar a Ecuador

Este dúo está en en la recta final de su gira Dos pájaros contraatacan, que cerrará el 15 de diciembre en Argentina, de donde partieron en marzo

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Quito.- Durante tres horas, hasta el toque de la medianoche con el que cerró el viernes, no hubo cenicientas en el coliseo Rumiñahui de Quito, hubo gente de pie, aunada y especial, que vibró con el dúo improbable de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, dos cantantes que hicieron pedazos la rutina.

Fuera de la cancha quedaron un gran aguacero, los prolegómenos de la
campaña electoral ecuatoriana y ese peso en las ojeras de toda la semana
laboral.

Serrat y Sabina los espantaron con un vodevil de canto y buen humor, en
la recta final de su gira “Dos pájaros contraatacan”, que cerrarán el 15
de diciembre en Argentina, de donde partieron en marzo.

Claro que sembraron en campo arado, pues ya con los primeros acordes de
la tercera canción, “Y sin embargo”, tenían a 13 mil almas en pie, el
lleno hasta la bandera, descontado el espacio muerto de detrás del
escenario.

El mismo éxito de público han cosechado en México, Estados Unidos,
República Dominicana, Costa Rica, Colombia y España con su segunda gira
conjunta, cinco años después de “Dos pájaros de un tiro”.

Y como entonces, Serrat y Sabina, uno residente en Barcelona, otro en
Madrid, opuestos también en el fútbol, son un dúo atípico y en ello
radica parte de su encanto.

Hoy presentaron algunas de las canciones célebres de su kilométrico
repertorio y cortes de su último disco, “La orquesta del Titánic”,
compuesto a cuatro manos por un Serrat racional y metódico, y un Sabina
desordenado, aunque ambos brillantes.

Ellos lo saben y en el escenario se rieron de sí mismos, porque ese buen
humor les une y también el deseo de hacer canciones que lleguen al
corazón de la gente.

“El muchacho no anda bien, son las consecuencias de una vida
desordenada”, dijo Serrat sobre Sabina, quien confesó que interpretaba
las canciones del catalán “para hacerlas populares”.

Sabina, con esa voz arrastrada de callejón, entonó las estrofas con
ideas grandes y sentimientos redondos de Serrat, y Serrat, con su voz
fértil, cantó las ideas engañosamente pedestres de Sabina, sus amores
chiquitos e imperfectos.

“Cuando usted canta ‘La Magdalena’ no parece ni puta”, le espetó el andaluz a su colega.
A Serrat se le pegó la picardía en el concierto y a Sabina le cayó una pátina de seriedad.

Y juntos se lo pasaron bien, se multiplicaron, bailaron “El pirata
cojo”, hubo malabares con tres pelotas en manos de Serrat y hasta unos
pasos de claqué por parte de Sabina.

El tercer jugador en ese tira y afloja fue la audiencia, capaz de
reconocer “19 días y 500 noches” con tan solo la primera nota de la
guitarra.

En primera fila estaba Lenin Moreno, el vicepresidente de Ecuador, y
algo más atrás Pedro Delgado, el titular del Banco Central, pero su
presencia no acaparó los focos.

Bajo la extensa cúpula del coliseo eran todos iguales, personas en
general con patas de gallo alrededor de los ojos a las que dos pájaros
con bombín hicieron que olvidasen el alquiler o la hipoteca con un
espectáculo irreverente y divertido.

Participaron en una gran sesión de karaoke, acompañada del mecer del
cuerpo, que mañana hará que muchos amanezcan afónicos y con fragmentos
de melodía atrapados en el oído.

Quizá será “los amores que matan nunca mueren” o “son aquellas pequeñas
cosas que nos dejó un tiempo de rosas” o “que el fin del mundo te pille
bailando” u otras frases memorables de dos cantautores que contribuyen a
que la vida valga la pena vivirla. TJ

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

Editor de Contenidos

Liz Douret

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