?Londres.- Cuarenta años después de su muerte en extrañas circunstancias, una
exposición rinde homenaje a Jimi Hendrix en el número 23 de Brook
Street, ático del barrio londinense de Mayfair, donde el músico se
instaló en 1968 junto a su novia Kathy Etchingham y vivió una prolífica
etapa artística.
“Este es mi hogar verdadero” , dijo de este lugar uno de los mejores
guitarristas de todos los tiempos, sin saber que, tres siglos antes, el
edificio contiguo fue el hogar de otra leyenda de la música, el
compositor alemán Friederich Händel.
Ese edificio es ahora el Museo Händel y el lugar elegido para la
exposición sobre Hendrix, entre el 24 de agosto y el 7 de noviembre.
Hendrix descubrió enseguida que el creador de “El Mesías” había habitado
el edificio contiguo durante 36 años, hasta su muerte en 1759, y la
reacción de la leyenda del rock, convencido de que tal coincidencia no
podía ser casual, fue hacerse con todas las grabaciones disponibles del
maestro barroco.
Entre las piezas insólitas que se exhiben en la exposición están la
chaqueta de terciopelo naranja que el músico utilizó como talismán en
tantos conciertos, el manuscrito de su puño y letra del tema “Love or
confusión” y el sombrero “westerner” que lució en la portada, en la
filmación y en la presentación en directo del “Smash Hits” (1968) , la
recopilación de grandes éxitos del músico.
El objeto estrella de la exhibición es la guitarra Gibson Flying V,
fabricada por encargo de Hendrix en 1969 -apodada por él “flying angel”
(ángel volador) – y con la que tocó en el legendario festival de música
de la Isla de Wight en agosto de 1970, apenas un mes antes de su muerte,
el 18 de septiembre, ahogado en su propio vómito por mezclar alcohol y
pastillas en un hotel de Notting Hill.
Nacido en 1942 en Seattle EU -la misma ciudad que vio nacer el
movimiento musical grunge, surgido a principios de los noventa y
auspiciado por bandas como Nirvana o Pearl Jam-, Hendrix tuvo como
primer instrumento un viejo ukelele de una sola cuerda que su padre
encontró en el garaje.
Tras la muerte de su madre, cuando tenía 16 años, su padre le regaló su
primera guitarra, una acústica, y un año después Hendrix consiguió una
eléctrica que aprendió a tocar imitando a sus ídolos musicales del
momento: Chuck Berry, Muddy Waters o Albert King.
En 1962, tras un breve paso por el Ejército estadounidense para eludir
la cárcel, comenzó su andadura musical profesional con bandas como
Upsetters, que era el soporte musical de su admirado Little Richard, Ike
and Tina Turner, Curtis Knight and the Squires o Spirit, conjunto
fundado por Hendrix junto a Ed Cassidy.
El golpe de suerte de su carrera vino de la mano de Linda Keith, que era
entonces novia del “rolling” Keith Richard, otro gran guitarrista de la
historia del rock.
Fue Linda quien presentó en 1966 a Hendrix y Chas Chandler, bajista del
grupo Animals que quería abandonar su grupo para trabajar como productor
musical, perfecto caldo de cultivo para la gestación de The Jimi
Hendrix Experience, banda que catapultó al guitarrista al estrellato.
Junto con el batería Mitch Mitchel y el guitarra relegado a bajo Noel
Redding, Hendrix grabó tres discos de estudio que conjugaron lo mejor
del rock and roll y el blues con innovaciones del rock ácido y
psicodélico que comenzaba a ponerse de moda en la escena del “Swing
London” de la década de 1960.
Los problemas de Hendrix con Chandler, con el que no compartía su manera
de concebir el proceso de grabación, y con Redding, acomplejado como
guitarrista al verse obligado a tocar el bajo, acabaron con la banda,
que ofreció dos últimos conciertos épicos de despedida en el Royal
Albert Hall de Londres, en febrero de 1969.
Épica fue también la actuación de Hendrix en el festival de Woodstock
del verano del 69, convertido en símbolo del pacifismo y el movimiento
hippy, donde el guitarrista deleitó con dos horas de concierto y
sorprendió a los asistentes con la transfiguración guitarrística del
Star-Spangled Banner, himno de Estados Unidos.