?Guadalajara, Jal.- La nueva película de la estrella mexicana Martha Higareda comenzó ayer
su rodaje en suelo tapatío, causando la expectación de los presentes.
Escena uno: Martha Higareda y Adriana Barraza avanzan por uno de los
estrechos pasillos del mercado San Juan de Dios. Detrás de ellas camina
un cargador que con su diablito lleva frutas y verduras a un lugar
indeterminado. De repente, las dos actrices se detienen frente a un
pequeño puesto de verduras. Eligen apresuradamente unas cebollas y
jitomates, intercambian un dialogo rápido y… ¡corte! La escena se
repite una o dos veces más.
El escenario elegido para San Juan de Dios no fue un foro construido en
Los Ángeles y tampoco fue creado digitalmente por un estudio europeo.
Fue el verdadero San Juan de Dios, y de fondo sus frutas, sus verduras,
las tortas ahogadas y la gente real que día a día se da cita en el
mercado más grande de América Latina. Es uno de los escenarios donde se
rueda la cinta Mariachi Gringo, el nuevo largometraje estelarizado por
Martha Higareda y Adriana Barraza bajo la dirección de Tom Gustafson, en
una corpoducción entre Estados Unidos y México.
La película eligió Guadalajara como su sede de rodaje, y anunciaron que
entre otras locaciones, se usará a San Juan de Dios y a La Plaza de los
Mariachis, emblemas de la urbe que servirán de paso como el rostro que
desea mostrar la película. Y el día de ayer los productores pudieron
constatar de primera mano el calor y la picardía de los tapatíos.
Un escenario especial
Mientras que en un foro común de rodaje todos los elementos son
controlados por el director de forma milimétrica, en San Juan de Dios lo
inesperado marca la regla. Eso lo supieron Gustafson y su grupo de
trabajo nada más al montar las cámaras por los estrechos pasillos del
mercado, esquivando puestos, vendedores, comerciantes y paseantes,
quienes curiosos se preguntaban qué sucedía allí.
Tras montar el equipo de sonido, las cámaras que entraron por la puerta
50 del recinto, la producción hizo algunas pruebas con las luces y con
el audio para asegurarse que todo estuviera a punto.
Entonces llegó el momento. Del fondo del mercado, en la primera planta,
entre unos puestos de carnitas y sushi, apareció Martha Higareda con una
blusa roja y pantalón ajustado. “¿Y esa quién es?” Se preguntaron de
inmediato algunos curiosos que no reconocieron en primera instancia a la
estrella de Te presento a Laura. Pronto el nombre de la actriz
comenzó a correr de boca en boca entre los presentes como si se tratara
de un mantra, que no tardaron en arremolinarse en la zona circundante
al rodaje, ubicada en el primer piso del mercado.
Estrellas inesperadas
El rodaje de las escenas puso a prueba la paciencia de los productores,
quienes pidieron silencio a los cientos de personas que se convirtieron
en testigos involuntarios del rodaje de Mariachi gringo. Y claro, no faltaron quienes al escuchar tal petición hicieron exactamente lo contrario.
“Martha, te amo”, “Martha, aquí”, “Martha, amar te duele”, “Bien
Martha”, “Acción”, “Corte”, “Vienen pero no compran” fueron algunos de
los muchos de gritos que lanzaron locatarios y visitantes durante el
rodaje, aunque cabe destacar que en general la gente se comportó de
forma correcta y cuando les fue solicitado guardó silencio.
De vez en vez Higareda volteaba a donde se encontraba la gente (la mayor
parte observando lejos, en los pisos 2 y 3 del mercado) y lanzaba
saludos o levantaba el pulgar en señal de aprobación. Y al hacerlo
obtenía de inmediato la réplica de los curiosos.
Al terminar dos escenas la producción agradeció a los presentes, levantó
sus cámaras y se trasladó a otra sección del recinto para proseguir con
el rodaje. Entre porras y piropos Higareda y Barraza se despidieron de
la gente para seguir trabajando, dejando atrás al público, quienes con
celulares y cámaras trataron de rescatar un pequeño momento del instante
en que San Juan de Dios se convirtió en el set que Hollywood andaba
buscando.
Para saber
Mariachi Gringo cuenta la vida de un joven estadounidense (Shawn
Ashmore) quien, cansado de vivir en un mundo plástico de un pueblito
pequeño en la Unión Americana, tiene un encuentro con un inmigrante
mexicano que le enseña a tocar la guitarra y se enamora de la música de
nuestro país.
Entonces decide visitar México y es cuando conoce a toda una serie de
personajes, entre ellas a los de Martha y Adriana, quien es dueña de un
restaurante, donde le dan empleo.