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Mikey García cerca del título mundial

Mikey García mantuvo su invicto y quedó listo para probar al Siri salido en una gran pelea

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México.-  Para los jueces fue empate, para mí había ganado Erislandy Lara. Vanes
Martirosyan confirmó que es errático en su carrera de boxeador y no
responde a lo que de él espera Top Rank. Los boxeadores entrenan siempre
sus músculos, pero poco se ocupan de su cerebro, para ponerlo en
actitud de pelear.

El armenio es mejor en el gimnasio que en el ring, asunto que debe
preocuparlo porque idealmente las cosas deberían ser al revés. Ahí sí,
acepto que tendría que haber sido boxeador, y nunca lo fui, para
entender qué impulsos, qué miedos, qué determinación y qué precauciones
dictan que a veces uno se lance incontenible en pos de la victoria y
otras veces se empantane en el titubeo sin final que pospone minuto tras
minuto el decidirse a hacer lo que el observador cree que es muy
sencillo.

“¡Órale, cabrito, pártele su madre!”, “¡Échale, échale, güey, qué no ves
que le duele!”, “¡No manches, carnal, lo estás dejando vivir!”, grita
cualquiera con una cerveza en la mano y sentado en ring side. Muy-muy
fácil de hacer, según él, lo que quiere que haga su boxeador y su
boxeador no hace. Igual de cómodo es para el escritor señalar esas
indecisiones, a menudo sin preguntarse qué es lo que acelera o frena el
comportamiento sobre el ring de alguien que tiene probadamente el
talento y se ha preparado ocho semanas para hacer lo que no se decide a
hacer.

De los dos fue Martirosyan, por mucho, el más agresivo, pero resulta que
?iba por lana y salía trasquilado’, como ironiza el refranero popular.
Lara peleó a la defensiva, es cierto; caminó hacia atrás, también lo es;
pero no le quita nadie que desde el más allá regresaba esporádicamente
para colocar dos manos relampagueantes que llegaban plenas y lo ponían
adelante. El armenio fue víctima de la frustración conforme pasaban los
minutos, y al final de la pelea reclamó con vehemencia: ?este tipo
corrió toda la noche’. Es cierto y no vale como disculpa. Hay boxeadores
que peleando para atrás componen obras de arte. Pernell Whitaker, por
ejemplo. Manny Pacquiao también lo hace. ¿Quién les puede quitar el
mérito?

Cada vez que hay un corte en una pelea se observa lo mismo: muchos no
saben qué procede, y con frecuencia algunos de ellos son los que tienen
que decidir. Al boxeo le falta una regla, que obligue al árbitro a
revelar con claridad, para el juicio de todos, qué es lo que a su
criterio sucedió. Cuando dos cabezas colisionan, por la razón que sea,
es el réferi quien determina si es accidente o hay infracción. Pero no
lo dice con señales claras para que todos sepamos, con lo que se crea un
tiempo de zozobra innecesaria, y de especulaciones absurdas.

En el noveno round el impacto de cabezas fue brutal, y Martirosyan salió
con un corte de espanto, que le abrió varios centímetros el rostro.
Comenzó la discusión de siempre, que si la agresión fue intencional o no
lo fue, cosa que no debería importar. Un buen reglamento debe decir ?a
tal infracción, tal pena’. Pero no es el caso del reglamento que regía
esta pelea. Deploro que la letra escrita de las reglas use la palabra
?intención’, pero la usa. El artículo WC-32 de las reglas para peleas
del CMB dice: “En lesiones de cabeza provocadas por acción no
intencional o accidental (señala como lo mismo dos cosas diferentes), si
la pelea no puede continuar, es decisión técnica a partir de iniciado
el quinto round”. A esto se ciñó Jay Nady, aunque parecía evidente que
se trató de un cabezazo de Erislandy. Si es como yo digo, debió ser
descalificación del cubano. No considerar nunca –es mi propuesta– si
medió o no la intención, cosa que es muy difícil de juzgar, y beneficia a
los tramposos, sino que hay falta y se castiga. Al sentenciar la
autoridad que había sido asunto accidental, fueron a las tarjetas, y las
tarjetas, en desacuerdo absoluto de los tres, arrojaron el empate.

Tendrán que pelear de nuevo, se infiere, para encontrar el retador
oficial del Canelo Álvarez. Será interesante que se repita el duelo.
Vanes se quedó corto con su presentación, y Lara también. Muchos
esperábamos ver a un cubano destructor, que martillara con empeño sus
envíos sobre el armenio, como lo sabe hacer porque lo demostró en peleas
anteriores, como la que le ganó de aquí a China a Paul Williams y le
dieron perdida los inefables jueces de Nueva Jersey que son como muchos
jueces de cualquier lado, México incluido. Unas veces por falta de
carácter, y otras veces porque nadie les enseña, producen decisiones de
locos.

En la otra pelea del sábado en Las Vegas, Mikey García nos regaló su
talento a cuentagotas. Necesitó ocho rounds para sacar de la pelea al
argentino Jonathan Barros, que se dedicó a complicarle la vida, y de
muchas maneras lo consiguió.

García es austero como un general en la guerra. No regala nada, no
arriesga, no comete errores. Es desesperantemente preciso. A la altura
del tercer round era una

partida de ajedrez, no una pelea de boxeo. Pensaban cada movimiento
antes de hacerlo como si pelearan Gary Kaspárov y Víctor Korchnoi.
García necesita que lo ataquen para dar grandes peleas, lo vimos con
Bernabé Concepción, con Olivier Lontchi, y Barros no lo atacaba con
franqueza. Mikey leyó el Manual del Perfecto Boxeador y se lo sabe de
memoria. Jamás baja la guardia, su caminar en el ring es correcto, sus
combinaciones son precisas, y su concentración no tiene fisuras. Está
todo bien, pero le falta alegría. Vemos un boxeador así y sentimos que
debería tener algo de niño o algo de loco, para alegrarnos la noche,
para que el combate sea un poco divertido, que disfrutarlo también se
trata de eso. Dan ganas de gritarle: ?¡Mikey, no vinimos a escuchar una
orquesta de cámara, deja tanta solemnidad para los diputados que están
trabajando por la patria!’

Ahora bien, García es prodigioso al contragolpe, de modo que si se sube
al ring a pelear con el Siri Salido, esa va a ser otra historia. El
campeón (Siri) cuando va de compras regresa con las bolsas llenas.
Cuando ataca es certero y peligroso, a veces letal. Va a provocar a
García como quien le clava un alfiler en un testículo a un león que está
durmiendo, y Mikey va a responder, que responder sí sabe. Me da la
sensación de que en el ring va a estallar la tercera guerra mundial.

Siri Salido – Mikey García será una fantástica pelea el año venidero.
CHG

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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