Nueva Orleans, Louisiana.- Llegan en tropel miles de aficionados, el Superdome se pinta
de oro y escarlata, de púrpura y negro. Es la gala del Super Bowl XLVII, el
séptimo en la historia de este antiguo inmueble, en este que fue el hogar de
los damnificados tras el paso del huracán Katrina en 2005, en el que
fallecieron cerca de dos mil personas en Louisiana.
El ambiente es de fiesta, de celebración y hermandad, no
existen las porras agresivas contra los oponentes, nadie su burla del que se
pone la armadura diferente, todos se abrazan, celebran y se divierten juntos,
reflejan el espíritu de los hermanos Jim y John Harbaugh, entrenadores que se
enfrentarán en este histórico encuentro.
San Francisco, dirigidos por Jim, tenía 17 años sin Super
Bowl, el último fue en la campaña 1994, cuando de la mano de Steve Young
vencieron a los Cargadores de San Diego, mientras que los Cuervos de Baltimore,
al mando de John, llevaban 12 años ausentes del gran juego de la NFL, desde que
se impusieron a los Gigantes de Nueva York en la campaña 2000, con un gran
partido del linebacker Ray Lewis, quien añora su segundo anillo de campeón
antes del marcharse.
Las bandas de música improvisan en las calles aledañas, le
impregnan sabor a la tarde con el sonido de sus trompetas, un grupo de jazz
regional pone a bailar a los que se dignan a escucharlos, mientras que en otro
escenario, se lleva a cabo una competencia de baile con las porristas de los
Santos de Nueva Orleans, conocidas como Saintsations.
Es insuficiente el personal para atender las tiendas de
?souvenirs? del Super Bowl. Las prendas vuelan sin importar sus elevados
precios que van desde los 30 hasta los 150 dólares. Los expendios de bebidas
están abarrotados, y con tequila, whisky, y cerveza se dedican a refrescar la
garganta y a desinhibir a los presentes.
Y está todo listo, las gradas del Superdome cobran vida poco
a poco. Las porras y ovaciones para cada equipo retumban y hacen que vibre el
estadio. Los gladiadores están sobre el emparrillado esperando el Kickoff en la
que será recordad como la batalla de la hermandad.
CHG