Mazatlán, Sin.- Desde hace cuatro décadas don Enrique y doña Guadalupe han hecho parte de su vida la gran afición y lealtad hacia el equipo de los Venados de Mazatlán.
Vecinos de la colonia López Mateos unas de las colonias que se encuentran a la redonda del estadio Teodoro Mariscal, es una de las grandes razones por las cual no se pierden ninguna temporada desde que el amor y el destino los unió.
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Don Enrique laboraba en las quinielas como anotador y fue ahí como comenzó a invitar a su señora esposa a los encuentros en el antiguo Teodoro Mariscal, siendo su sección favorita el mítico lateral derecho, una de las zonas más alegres y de mayor arraigo en el inmueble porteño.
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“Tenemos un promedio de 35 o 40 años, empezamos viniendo con la señora María, donde yo le ayudaba a llevar el score para las quinielas, pero como ya no veo muy bien dejé de llevarlo”, comentó Enrique Flores.
Agradece todo lo que han hecho al estadio a través de los años, ya que ha observado toda la evolución del coloso del fraccionamiento Estadio.
“Todo es una maravilla, tanto el estadio como el terreno de juego como los jugadores y directivos que se han esmerado mucho por tener equipos competitivos que es la masa principal, y estar aquí presentes apoyándolos como debe de ser, como grandes Venados”, dijo.
Su “Lupita” lo ha seguido a todos lados y a su más grande pasión que es el rey de los deportes.
“Claro. Ella siempre me ha seguido, siempre ha estado conmigo. Siempre venimos solos, pero hay ocasiones que viene una hija, pero como ya tiene a sus ‘plebes’ no nos acompaña, pero nosotros no dejamos de venir cada temporada”, resaltó.
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