Ciudad de México.- Menos de diez segundos. Sólo eso toma ganarse un boleto al Olimpo. Sólo
eso cuesta volverse inmortal. La carrera de los 100 metros planos es,
quizá, el evento deportivo cumbre en unos Juegos Olímpicos.
Paradójicamente, es el más corto de todos. Pero la emoción de ver a ocho
hombres luchando por convertirse en el ser humano más rápido sobre la
faz de la tierra es inigualable.
Y si de atletismo y velocidad hablamos, nuestra mente inmediatamente
imagina un cuerpo moreno vestido de amarillo y verde. Usain Bolt ha
eclipsado el mundo del atletismo en los últimos años y es admirado en
todo el mundo por hacer añicos récords que habían tomado muchos años
romper ligeramente.
La figura del jamaiquino es emblemática, y para muchos, es el velocista
más grande de todos los tiempos, superando a leyendas del atletismo como
Jesse Owens, Michael Johnson o Carl Lewis.
La cuna de la leyenda
La historia de Bolt comienza en la isla caribeña del reggae, el 21 de
agosto de 1986. Usain crece en el seno de una familia de recursos
limitados, pero no al nivel de la pobreza que azota a la mayoría de la
población de su país.
Sus genes fueron la primera bendición. Desde pequeño era visible que
tendría un gran físico, contaba con lo necesario para ser un gran
deportista, la cuestión era qué disciplina elegiría el moreno. En su
niñez, a Usain le fascinaba el criquet, el futbol y sobre todo, el
basquetbol, por lo que se supondría que optaría por el deporte ráfaga;
sin embargo, era evidente que su velocidad no era algo “normal”.
En Jamaica, las carreras de atletismo despiertan gran pasión, simples
competencias reúnen a miles de personas, pues la isla ha sido hogar de
varios de los más grandes velocistas de la historia. Fue en la escuela,
cuando Usain comenzó a mostrar a sus allegados su potencial, humillando a
sus competidores con su espectacular zancada. La decisión era obvia, el
atletismo era su destino, pero por el momento, no se lo tomaría tan en
serio.
A principios de la década pasada, el jamaiquino comenzó a sobresalir en
la prueba de los 200 metros planos en los campeonatos juveniles de su
país, todo esto gracias a su talento natural, pero era joven y no le
daba la seriedad requerida a sus entrenamientos, prefiriendo en muchas
ocasiones irse de fiesta o practicar otros deportes. A pesar de esto,
Usain logró llegar a sus primeros Juegos Olímpicos en Atenas 2004, pero
sería un intento fallido, pues una lesión en la pierna le impidió
mostrar todo su potencial.
Forjando un fenómeno
Todo cambiaría con la llegada a su vida del entrenador Glen Mills, en
2005. Mills cambiaría la mentalidad de Bolt, quien a partir de ese
momento, comenzó a tomarse en serio su carrera profesional como
velocista, cambiando sus costumbres, sus hábitos de entrenamiento y
adquiriendo una técnica mucho más depurada.
Los años siguientes no serían los mejores para él, las lesiones lo
volvieron a limitar en competencias importantes, pero la mentalidad
adquirida lo sacó adelante y para 2007, Bolt ya estaba listo para
mostrarse al mundo como un fenómeno. El fruto del esfuerzo fue una plata
en los 200 metros del Mundial de Osaka, Japón.
Motivado con este resultado y sabedor de su talento, decidió incursionar
en la carrera reina del atletismo: los 100 metros planos. Unas cuantas
carreras evidenciaron su potencial, y en mayo de 2008, Bolt se convirtió
en “el hombre más rápido de la tierra”, cuando corrió 9.72, superando
la marca mundial de su compatriota Asafa Powell (9.74).
Pero lo mejor estaba por venir. El escenario en el que debía volverse
inmortal era en Beijing. En la noche más grande de su joven vida, el
jamaiquino llegó como favorito para el oro, la gloría olímpica era su
ambición, no los récords.
Quizá para demostrarlo festejó su victoria antes de llegar a la meta,
sabiendo que el oro era suyo, Usain gritó como nunca y aminoró el paso,
pero para sorpresa de todos se venció a sí mismo: 9.69 segundos. Nadie
sabe cuánto habría registrado si hubiera corrido los 100 metros al mismo
ritmo.
Hola mundo, él es Usain Bolt
Después de conocerse formalmente en los 100 metros, el mundo se
sorprendió aún más, pues en los 200 metros, Bolt registró 19.30 segundos
y sepultó los 19.32 de Michael Johnson cronometrados en Atlanta 1996,
un récord que parecía duraría para siempre. Esta vez, el caribeño mostró
un poco de humanidad y se empleó a fondo hasta el final.
La cereza del pastel fue el relevo 4×100 con el equipo jamaiquino (37.10
segundos). Tres oros, tres récords mundiales, Bolt ya volteaba a ver
hacía abajo a leyendas como Carl Lewis y Jesse Owens. Y sólo tenía 22
años. De esta forma, junto a Michael Phelps, se convirtió en la historia
más grande de Beijing 2008.
El futuro era promisorio, y a partir de ese momento, su clásica pose con
el dedo índice apuntando al cielo se volvería una imagen recurrente en
la televisión, su personalidad extrovertida y su carisma con la gente lo
hicieron aún más grande.
Para el Campeonato Mundial de Berlín 2009, los reflectores del mundo
estaban pendientes de su actuación. La carrera era Usain Bolt vs. Usain
Bolt, competiría contra sí mismo. Y el triunfo sería para la versión
2009, el jamaiquino bajó 11 centésimas de segundo a sus récords, tanto
en los 100 metros como en los 200 (9.58 segundos y 19.19 segundos,
respectivamente) y confirmaba su condición de histórico.
El cielo es el límite
Ante la premura de Londres 2012, el de Jamaica tiene por primera vez una
competencia real, su nombre es Yohan Blake, quien además es su
compatriota y amigo. Dada su juventud, para muchos expertos, Blake está
destinado a ser el sucesor de Bolt.
Mientras tanto, Usain sabe que ya es leyenda, con 25 años de edad, ya
conquistó al mundo y tiene asegurado su lugar a lado de los más grandes
del olimpo, pero el conformismo y Bolt no se llevan, como todo buen
atleta olímpico que se precie de serlo, buscará convertirse en un mito.
