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No me gusta que me llamen primer actor: Rafael Inclán

Suma más de cinco décadas de trayectoria en los escenarios teatrales

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México.- Aunque su capacidad histriónica ha superado con honores todas las
pruebas en el cine, el teatro y la televisión desde hace más de cinco décadas
de trayectoria artística, Rafael Inclán confiesa: “No me gusta que me
llamen primer actor”.
“Hay quienes me dicen así, pero eso de primer actor no me lo creo y no
me gusta, prefiero definirme como primero actor, en vez de primer actor”,
aseveró Rafael Inclán.
Su nombre real es Rafael Jiménez Inclán. Nació en Mérida, Yucatán, el 22 de
febrero de 1941. Es hijo de los actores Alfonso Jiménez y Gloria Alicia Inclán.
Minutos antes de dar función en la obra “Made in México”, en el
legendario Teatro de los Insurgentes, el actor, quien interpreta a “El
Negro”, recibió a Notimex en su camerino para recordar los inicios de su
carrera artística en el arte escénico.
“Empecé aproximadamente en 1960 con mi familia. Todos hacíamos teatro
en carpa, el de revista, excepto mi tío abuelo Miguel Inclán, pues él destacó
en el cine. Mi papá era bailarín y actor, mi mamá trabajaba con su hermana
gemela, se hacían llamar Las Cuatas Inclán y cantaban. Yo hacía mis pininos,
animaba fiestas de 15 años, bodas y bailaba twist”, recordó.
Tratando de encontrar su verdadera vocación, ese mismo año participó en
concursos de teatro que organizaban el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y
el Canal Once, hasta que ganó uno. Fue entonces que decidió darle impulso a su
talento.
Buscó al dramaturgo y periodista Luis G. Basurto, quien en esa época tenía
una compañía itinerante de teatro que viajaba por México.
“En 1964 y 1965 me fui de gira con él y puedo decir que fue ahí donde
me inicié profesionalmente para vivir de esto. Él traía una serie de 25 ó 30
obras de teatro de autores mexicanos. Era un hombre que propiciaba lo nacional,
ahora desgraciadamente ya no es así, somos un país muy malinchista”.
En 1968, Rafael Inclán participó en “Las golfas”, del comediógrafo
mexicano Alfonso Anaya. Fue en el Teatro Principal, que más tarde adoptó Manolo
Fábregas y después Salvador Varela. A partir de ese momento, no ha dejado de
trabajar.
“En aquel tiempo participaron todas las actrices y vedettes de moda.
Ahí conocí a Jorge Ortiz de Pinedo. Él tenía como 17 años, fue su segunda o
tercera comedia”, comentó.
El objetivo de los actores en aquel momento, dijo, no era lograr el
reconocimiento del público, pues éste “te acepta o no, el chiste era que
los productores te conocieran y yo le tiraba a conseguir la atención de
Salvador Varela y de su esposa Gina Romand”.
“Ramón Bugarini, Roberto “El Flaco” Guzmán, Humberto
Dupeyrón, Pedro Weber “Chatanuga”, Manuel “Flaco” Ibáñez,
Alberto “El Caballo” Rojas y Luis de Alba estábamos de moda”,
resaltó.
Después de sobresalir en el teatro de vodevil, llegó para Inclán la
oportunidad de incursionar en el llamado “cine de ficheras”, a
mediados de la década de los 70.
“Y este cine no era más que el mismo libreto de las comedias teatrales
que hacíamos, la única diferencia es que había menos ropa, más groserías y lo
convirtieron en género”, explicó.
El productor Guillermo Calderón compró los derechos “y bendito sea Dios
que existió, porque gracias a ?Las ficheras? nos dimos a conocer muchos actores
como Lalo “El Mimo”, Raúl Padilla “Chóforo” y Raúl
“Chato” Padilla.
“Con algunos que siguen vivos me frecuento, pero ya no tanto, pues la
ciudad ha crecido tanto que nos ha distanciado. Antes el punto de reunión para
todos los actores era la ANDA (Asociación Nacional de Actores) o una cantina,
pero ahora ya es complicado”.
¿En cuántas obras ha participado Rafael Inclán? Es una pregunta difícil de
responder, pues el artista asegura que ni siquiera cuenta el dinero.
“No tengo idea. Nunca he contado nada, no me gusta llevar la
contabilidad de lo que llevo en mi vida. Hay quienes celebran cada año de su
carrera, pero yo no, yo festejo la función que sigue, yo trabajo para el
público que llena las salas”.
Describir la puesta en escena que mayor bendición o privilegios le haya dado
también le es algo complicado de razonar; sin embargo, piensa algunos segundos
y responde: “Las Golfas, porque con esa me di a conocer y ?El avaro?,
porque es teatro clásico”.
“Aunque el nombre ?Las Golfas? asustaba, en realidad era teatro blanco,
sin albures. ?El Avaro?, de Moliére, que presenté en 1991, me marcó mucho
porque la gente no creía que yo pudiera hacer un clásico, pero creo que un
actor no tiene límites si se prepara, si tiene la intuición, el entusiasmo y la
característica de no dejar de aprender nunca”, aseveró.
El actor de éxitos en cartelera como “México lindo y ¡qué herido!”
y “La pulquería”, consideró que todos los libretos, todos los
montajes, todas sus actuaciones le han dejado un bagaje cultural muy importante
que no se aprende en la escuela porque únicamente se logra con la experiencia.
“No te das cuenta porque pasan y pasan los años, pero son conocimientos
que sin querer vas sacando en el momento que los necesitas y ni siquiera sabes
que los traes”, asegura.
“El Avaro”, una de las máximas satisfacciones en su carrera, fue
repuesta en 2007 en el Teatro Tepeyac y un año después en el Teatro Hidalgo.
Sin embargo, la temporada no dio los resultados que esperaba.
“Nos dimos cuenta que a la gente no le interesa el teatro clásico.
Hablamos mucho, la promovimos, pero el público no asistió y no fue negocio. En
1991 sí lo fue porque Miguel Sabido tenía un puesto en Televisa y le dieron
muchos promocionales, pero esta vez duramos 5 ó 6 meses y cerramos el telón.
“Era una obra cara, son 14 artistas en escena y no le queríamos deber a
nadie. Yo era socio con el señor Sabido y pues quizá la reponemos algún día
cuando un empresario quiera perder una lana o arriesgarla”, apuntó.
El ganador del premio Ariel en 2004 por la película “Nicotina”,
admitió que en sus más de 50 años de carrera ha cargado el estigma del actor
del “cine de ficheras” y está bien, dice, “pero he ido más
allá”.
Por eso le sorprende que hoy en día los espectadores, al terminar cada
función de “Made in México”, le digan: “qué bien maneja la
tragicomedia, señor Inclán”.
“Y pues sí, pero creo que se dieron cuenta tarde porque yo he hecho el
teatro que me corresponde, el que me han dirigido. He aceptado obras muy malas,
otras regulares, otras excelentes, unas con éxito, otras no, pero así es la
carrera del actor.
“El público me tiene en la visión de “Las ficheras”, porque no me
conocen. Antes la gente era más teatrófila, te veían en un café y decían: “lo
estamos viendo, ahí va eh, pero ahora no, esto creció demasiado; pero el actor
debe seguir en lo suyo y yo hago mi carrera para mí, la carrera es muy
particular, te puedes equivocar o no”.
Hace muchos años incursionó como director teatral con “Los
pepenadores” y hace poco el productor Omar Suárez lo llamó para dirigir
“Perfume de Gardenia”.
“Pero la verdad es que no llegué a eso, asesoré un poco y es más, ni he
visto como quedó la obra porque Francisco Oyanguren se aventó el resto de la
bronca. Yo sólo apunté cositas, que no sé si quedaron, por eso no me atrevo a
cobrar ni a que me anuncien.
“Es bonito dirigir, pero me apasiona más actuar. Siento que el director
es un actor frustrado y no quiero frustrarme nada más por obtener el renombrito
de director, prefiero que la gente me vea actuar con todas mis facultades.
“Sobre todo ahora que en ?Made in México? estamos sobre el escenario
cuatro actores que representamos a generaciones artísticas: los Banquells, los
Guilmain, los Martínez y los Inclán, eso es rico, es como renovar los apellidos
de los nuestros”, destacó.
A más de 50 años de distancia Rafael Inclán reflexiona y aseguró: “Sí
estoy satisfecho con todo lo que he hecho, con mi carrera, con mi vida, con mis
errores, con mi ignorancia, con todo, no le cambiaría absolutamente nada”,
concluyó.IN

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Liz Douret

Liz Douret

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