Culiacán, Sinaloa. El día del eclipse total de sol del 8 de abril se vivió como una escena de película. Hubo momentos inspirados por este evento celestial que se mantendrán grabados para siempre en la memoria de quienes lo presenciaron. Ese día Omar decidió jugársela y pedirle a su novia María Consuelo que se casara con él.
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Antes de revelar lo que Consuelo respondió, es importante retroceder en el tiempo hasta el 22 de enero de 2023. En esa fecha, Omar Charraga, un joven deportista y apasionado de la naturaleza, se había preparado para una de sus actividades favoritas: correr.
El joven aficionado al senderismo nunca se quedaba quieto. Siempre estaba en movimiento, yendo de un grupo de excursionistas a otro. Sin embargo, mientras algunas personas practicaban este deporte en familia o en pareja, Omar se mantenía como un lobo solitario.
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¿Qué lo impulsaba? El recuerdo de los momentos mágicos con su pequeña hija, de quien fue separado hace algunos años, así como su pasión por la aventura. Omar corría incansablemente, nadie podía alcanzarlo, hasta ese 22 de enero.
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Esa mañana Omar llegó temprano al bulevar Álvaro Obregón, donde él y cerca de 3 mil atletas más se habían dado cita para competir en el Maratón Internacional de Culiacán. Entre la multitud, su mayor premio fue conocer a María Consuelo.
Desde ese momento, todo cambió. La sonrisa de ambos fue constante; el lobo solitario se había transformado en un ave que volaba en parvada, pero siempre al lado de su pareja. Se volvieron “cazadores” de momentos, de instantes mágicos, de aventuras en el cerro, en el bosque, en cualquier lugar.
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Fue así como atraídos por el eclipse total de sol del 8 de abril, se trasladaron a Mazatlán. En el momento exacto en que la Luna eclipsó al Sol, mientras estaban parados sobre los riscos de la playa, Omar sacó un anillo y le pidió matrimonio a María Consuelo. El grito de emoción fue instantáneo. Ella brincó y él la tomó en sus brazos.
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La danza del Sol y la Luna fue eclipsada por esa historia de amor, y quienes admiraban el fenómeno astronómico decidieron hacer una pausa, grabar a la pareja y celebrar el momento. María Consuelo tenía los ojos cristalizados por lágrimas de emoción, mientras él observaba el cielo y le decía: “Ahora vamos a ver el anillo de diamantes”. Ella, sonriendo, preguntó: “¿Este de qué es?”, refiriéndose al que acababa de recibir.
Ella aceptó colocando su mano para que él le pusiera el anillo y le dijera: “Te amo mucho, mi amor”. Luego se dieron un beso en la boca.
Tras el final del eclipse, en el cielo un halo solar parecía hacerles un guiño con la apariencia de un anillo de diamantes. Esta historia de amor… continuará.
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