Guasave, Sin.– El próximo 09 de mayo será un gran día para don Gregorio Torres Chaparro, pues celebrará sus 103 años de vida, esos más de un centenar de años en los que ha visto al mundo ir y venir, renovarse, cambiar y “voltearse de cabeza”.
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Nació en el estado de Chihuahua, pero desde muy chico decidió buscar solo la vida y emprendió el viaje a Sinaloa, allá en los límites de la sierra, entre el municipio de Sinaloa y Badiraguato, ahí tiene su casita, siembra maíz y frijol para la subsistencia, criaba chivas, puercos, animales para el consumo suyo y de su familia, y con eso alimentó a sus hijos, a los 13 que tuvo en sus tres matrimonios.
Don “Goyo”, como muchos le llaman, sus más allegados, nació el 09 de mayo de 1920, no duda en responder cuando se le pregunta; y es que goza de una memoria envidiable y su rostro no denota su centenaria vida, así como tampoco lo hace su rastro al andar ni sus movimientos. Todavía trabaja, asegura con fuerza en la voz, aun cuando de su ganado y de sus “tierritas” haya sido despojado.
“Tengo 102, el acta dice 1920 el 09 de mayo, usted saque la cuenta…”.
-No se le notan los años
“Pues todos dicen así. Yo todavía puedo trabajar, no, todavía trabajo; a como se porta uno, es Dios el que está ayudando, cuidándolo, quien nos tiene aquí en el mundo, lo primero es Dios, si usted tiene mucha fe en Dios y si le concede, porque de otro modo no, con fe vamos a vivir a gusto, sin fe pues, no hay vida”, sostiene.
Sentado en una silla de plástico en el arroyo de la calle San Nicolás, en un conocido sector habitacional de Guasave, mira a lo lejos, se enfada en la ciudad, dice, ya a más tardar esta semana se regresará con su esposa, de casi 80 años, a su vivienda, allá en el municipio de Sinaloa, en Ocurahui, donde habita labrando la tierra y criando animales.
Su salud es excepcional, aunque fue la razón para que bajara unos días al doctor, lo cierto es que envidiablemente se conserva mejor que cualquier sexagenario, traía una tos en el pecho que le molestaba y una pequeña incomodidad en el hombro que a base de sobadas arregló, ya no son problema para él, dice entre risas que deja ver su mermada dentadura, si acaso ahí, se advierte su centenaria vida.
Don Gregorio habla de todo lo que le ha tocado ver en estos tiempos y enfatiza: “las personas ya no cuentan con Dios, eso es lo principal”, los valores se han perdido y entre humanos no hay respeto, dice sabiondo por la experiencia que le ha dejado el vivir más de un siglo.
“Uy he visto muchas cosas, más antes cuando decían que iban a cambiar las mujeres, que se iban a poner los pantalones y los hombres los vestidos, (carcajea), ahí está ahora, ya nos quitaron los pantalones las mujeres, más antes puros vestidos y faldas…Luego yo tenía muchos animales, no sufría hambre, pero cuando llegó ese movimiento que es muy feo”.
-¿La delincuencia?
“Sí. Fue cuando se me acabó todo, por eso le digo es la perdición de la gente, primero sí había respeto, ahora no hay”, sostuvo.
Su rostro se entristece cuando piensa en aquello que ha perdido, lo que le costó tanto lograr, sus parcelitas y sus animales, de los que comía, ahora hace una seña con los dedos para mostrar que así ha quedado desde que llegó el mal a la sierra, eso que no se atreve a mencionar como violencia, pero que sabe les ha afectado en demasía.
Hasta los billetes de papel le generan desconfianza, siente como que no le valen y por eso conserva sus ocho monedas, una de ellas con más de 130 años.
“Entonces no había billetes, eran puros pesos y 20 centavos, es lo que les digo yo, cochinada, no hay como el dinero bueno, ahí la tengo guardada, de mil pesos, de un real también, era dinero y bueno, yo tengo como unas 8, ahí las tengo guardadas, tengo de mil peros, tiene 130 años, de 50 pesos; ahora no hay, yo si lo tiro hasta el viento jondea” el papel”, dijo mientras sonreía.
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Más de 40 bisnietos y una cantidad de nietos que ya no alcanza a contar, es lo que la trascendencia de don “Goyo”, el hombre que todavía cruza la sierra para buscar plantas que den la cura a sus hijas cuando tienen alguna molestia, que asegura tiene sangre indígena que corre por sus venas, lo que le da la fortaleza, y a quien no se le olvida que hay un Dios todopoderoso que es quien lo tiene aquí, esperando en unos días cumplir sus primeros 103 años de vida y con la voluntad de seguir de largo.