Culiacán, sin.- El Vocho de Arturo Molina no se puede comprar con dinero alguno. Tiene un valor sentimental. Es incalculable. Su color amarillo resalta todavía más su añejo modelo 1990 del icónico Volkswagen Escarabajo. Era de su hijo, explica.
“Mi hijo murió y el vocho este estuvo 23 años guardado, la señora no quería que nadie lo sacara, y lo acabamos de sacar, pero mi hijo murió”, explica.
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Su hijo falleció a los 29 años y durante todo ese tiempo lo estuvo resguardando. No quiso venderlo por ningún medio.
Y a propósito del Día Internacional del del Escarabajo Volkswagen, su historia se vuelve muy singular. Explica que, tras una reciente enfermedad de su esposa, ella le ordenó llevárselo. Fue entonces que comenzó a restaurarlo. Los frenos, las llantas, todo. Y es que le trae recuerdos de su hijo. Por eso su valor es incalculable.
“Me daban 80 mil pesos por él y no lo quise vender, se me hizo que valía más”, dijo.
Su hijo lo adquirió durante sus años como trabajador en el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), entre 1995 y 1996. La fecha no la tiene precisa. Lo adquirió a una mujer en ese entonces.
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De esa historia surge otra. El hijo de la mujer que le vendió el vocho, buscó adquirirlo. Buscaba darle la sorpresa a su mamá y devolverle su Escarabajo después de casi 30 años, pero Arturo Molina no pudo desprenderse de él.
El Volkswagen Escarabajo es un subcompacto económico que nació en 1938 y su diseño no cambió en un largo tiempo, lo que lo convirtió en un auto símbolo de la clase trabajadora y, además, el más vendido a nivel mundial hasta 1997.
Cada 22 de junio se celebra a este vehículo. Don Arturo conserva el suyo. Es un pedazo no solamente de historia y recuerdos, es un pedazo de su corazón.