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Los Mochis, Sin.- Una llamada, una noticia, sólo un instante y la vida cambia para siempre.
La muerte es, por lo regular, un tema que se esconde, aunque es inevitable, vivimos siempre intentando evadirla.
Pero, para algunos, la certeza de la muerte traería la paz que le falta a sus noches y este es el caso de la familia Ibáñez, que desde hace ya diez meses, cuando un grupo armado privó de su libertad al hijo menor, Josué, y horas después a Rosario, el mayor de los hombres de la familia, permanece en la incertidumbre.
A la señora Artemisa, “Michita”, como la conocen en Vinaterías, le falta la paz. Su deseo de madre ahora es llevar a sus hijos a un camposanto y saber que están “donde deben estar”.
“Por qué no dejarlos en algún lugar visible… ya que hicieron lo que hicieron… y haber tenido esa paz interior dentro de ti y saber que nos dejaron y llevarlos al lugar donde deben de estar”, expresó a Línea Directa la madre de familia que clama por saber dónde están sus hijos.
Daniela, es hermana de los jóvenes desaparecidos, ella reconoce que luego de casi un año de que Josué y Rosario fueron privados de la libertad, las esperanzas de encontrarlos con vida se han esfumado, ahora, sólo piden encontrar sus cuerpos, aunque eso represente ver materializada lo que para todos sería una auténtica pesadilla.
“Nosotros, pues, en vida ya no los buscamos, porque sabemos bien cómo está la situación, desgraciadamente, pues, estamos hechos a la idea de que con vida no están y lo único que nosotros queremos es encontrar sus cuerpos, saber dónde están, porque pues ya, desgraciadamente no se puede hacer más”, manifestó Daniela con impotencia.
“¡Sin tumba, sin muertos y sin hijos!”, dice Artemisa en la sala de su casa, donde tiene las fotos de sus hijos, ese era un lugar que le daba paz y, ahora, le roba la calma.
“Parece que mi hijo me habla, el más chico, que es Josué, parece que me dice no te preocupes, así siento; y el otro siento que como que yo estoy molesta con él, y lo miro, pero no me gusta estar mirando las fotos, porque te recuerda, pues, y mejor me salgo”, comenta la angustiada madre.
Es una historia que se repite una y otra vez en el pueblo, en El Fuerte y en Sinaloa, son cientos, miles de familias que este 2 de noviembre no tienen una tumba donde llorar, que duermen sin saber dónde están sus familiares, si vivos, o muertos
