Sinaloa.– ¿Ya pasó todo?, ¿cómo amanece la violencia en Sinaloa?, ¿pudieron dormir?, son sólo algunas de las muchas preguntas que desde temprana hora se han impulsado en redes sociales, luego del “Jueves negro” del 5 de enero de 2023.
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El “Culiacanazo” que antes de las 6 de la mañana del jueves se activó, y que posteriormente se extendió a todo el estado de Sinaloa, dejó a muchos en vigilia, sin poder descansar de manera adecuada y con el instinto de protección activado.
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Las cosas no fueron para menos, hace apenas 24 horas la alerta y tensión comenzaban a extenderse; balaceras en varios puntos, bloqueos carreteros, depojo de unidades de carga, incendios, comenzaron a dar los primeros síntomas de que las cosas no estaban bien.
Más tarde, las réplicas de este evento que llegó cual sismo a la entidad, comenzaban a darse: Comunidades de Culiacán, Ahome, Guasave, Salvador Alvarado, Mazatlán; la toma de casetas de peaje por parte de grupos delincuenciales se recrudeció con un solo fin, incidir en la liberación de uno de los más buscados por las autoridades: Ovidio Guzmán López.
Fueron horas de tensión que se extendieron haciendo que el sueño no llegara al cien por ciento; a muchos los mantuvo orando, pidiendo un alto a esta ola de temor que se extendió y que literalmente “secuestró” a Sinaloa y sus habitantes y a aquellos que están en tránsito: Nadie entraba ni salía, ni por tierra, ni por aire, ni por mar.
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El miedo ante la otra cara de este hecho, los saqueos en tiendas, las llamadas de extorsión, la vigilia para saber cómo actuar si alguien llegaba a casa, tocar tu puerda, asaltarte; miles no descansaron ni podrán hacerlo probablemente por días o semanas.
Otros más, aquellos que estaban de tránsito y que fueron bajados de los transportes tanto camiones de pasaje, tráileres, vehículos pesados y pequeños que les fueron despojados a sus conductores para otro fin muy distinto al de un viaje tranquilo, para abultar la “maquinaria” que delincuentes usaron para recorrer las diferentes ciudades y poblados con sus armas listas para activarse, o bien, para usarlos como barricadas, incendiándolas y evitar que las autoridades se les acercaran.
Sinaloa hoy está en los ojos del mundo por la violencia generada de nuevo por Ovidio Guzmán, quien hoy está en un penal de alta seguridad, el del Altiplano y a la espera de saber si es extraditado, cuándo, cómo y todo el proceso que esto conlleva.
Pero Sinaloa también se siente distinto desde dentro, en ojos cansados, en la pesadez anímica de sus habitantes, en el temor de la reactivación, en una ola de mensajes de alerta que no cesan, y en el deseo imperioso de que la paz retorne y hoy el día sea distinto al del “Jueves negro”, otro más que para lograr la liberación del hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, cimbró a un estado de nuevo estigmatizado, y que hoy lo único que quiere, es paz.
La madrugada que el sueño se perdió; el 6 de enero llega con relativa calma a Sinaloa
