Guasave, Sinaloa.- En la comunidad de Cruz Blanca, comisaría de Bamoa, Sinaloa, cada año se revive una de las tradiciones más antiguas y arraigadas de la región: la corrida de los Judíos. Con al menos dos siglos de antigüedad, esta costumbre, que se lleva a cabo durante la Cuaresma y la Semana Santa, ha sido parte del folclore sinaloense, transmitiéndose de generación en generación.
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Según Aureliano Sánchez Alcalde, escritor e historiador, quienes han crecido en estas tierras recuerdan el temor que de niños sentían al ver a los judíos recorrer las calles, con sus coloridas máscaras y sus característicos atuendos. Se escondían por miedo a que los atraparan y los obligaran a comer chile, un mito que ha alimentado el misticismo de esta celebración.
La esencia de Los Judíos de Cruz Blanca es ridiculizar a los soldados romanos y a los judíos que entregaron a Jesús, a través de una puesta en escena satírica y llena de simbolismo. Todos los participantes deben registrarse previamente y fabricar sus propias máscaras, que son numeradas y pintadas a mano, reflejando la creatividad de cada persona.
A diferencia de otras representaciones en Sinaloa, la vestimenta de los Judíos de Cruz Blanca es única: usan vestidos cortos, senos y glúteos postizos para hacer más cómica su apariencia. En sus manos llevan dos palos que simulan las lanzas de los soldados romanos, y son guiados por un líder que se encarga de que las corridas se desarrollen en orden.
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Las rutas de los judíos abarcan diversas comunidades, como Plan del Río, Nío, Gambino, Cruz Blanca (sede principal), Bamoa, Estación Bamoa, Maquipo, León Fonseca, Carboneras, El Sabino y Portugués de Gálvez, entre otros.
Sánchez Alcalde dijo que para participar como judío en las corridas, es obligatorio cumplir con una serie de reglas. Está prohibido entrar a comercios, hablar durante la representación y quitarse la máscara sin un pañuelo que cubra el rostro. Además, se prohíbe el consumo de alcohol.
Quienes infrinjan las normas pueden ser sancionados, incluso con la prohibición de participar en el tradicional baile del sábado.
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En casos más graves, detalló, los responsables son denunciados por los organizadores y pueden ser vetados de futuras ediciones. Si alguien se une a las corridas sin estar registrado, se turna a las autoridades para aplicar multas o incluso arrestos.
Si bien las corridas de los judíos se realizan los viernes de Cuaresma, es en Semana Santa cuando la festividad alcanza su punto máximo. Durante el Viacrucis del Viernes Santo, los judíos acompañan la representación, y tras la crucifixión de Cristo, realizan su tradicional corrida.
El sábado, desde la mañana hasta la tarde, recorren los poblados acompañando a la viuda, un personaje que viaja en burro junto a Judas Iscariote. Ese mismo día se lleva a cabo la quema de Judas, un muñeco de trapo lleno de cohetes y pirotecnia que es incendiado en un espectáculo lleno de música y algarabía.
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Por la noche, el esperado baile de los judíos en la cancha de Cruz Blanca cierra la festividad. Durante la velada, se premian las tres máscaras más originales y se lee el tradicional testamento, un documento chusco en el que se mencionan personajes conocidos de la comunidad.
La celebración de Los Judíos de Cruz Blanca es una de las tradiciones más arraigadas del norte de Sinaloa y un atractivo cultural que crece año con año. Su importancia va más allá de la diversión: es un reflejo de la identidad regional, una muestra del ingenio y la creatividad de los pobladores y un testimonio vivo de la fusión entre la religiosidad y la cultura popular.
El reto ahora, a decir por el historiador, es darle mayor difusión para que sea reconocida a nivel estatal y atraer a visitantes de otros municipios. Mientras tanto, quienes han mantenido viva esta tradición por generaciones pueden sentirse orgullosos de preservar un legado que, más que un simple festejo, es parte de la historia e identidad de Sinaloa.