Guamúchil, Sinaloa.- José Ángel Rodríguez Gerardo, conocido cariñosamente como “El Angullo”, un emblema de la plazuela municipal de Guamúchil, falleció la noche del miércoles tras meses de lucha contra complicaciones pulmonares.
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Con su partida, la ciudad despide a uno de sus personajes más entrañables, un hombre que dedicó su vida a lustrar el calzado de cientos de guamuchilenses y visitantes, todo al ritmo de las canciones de su ídolo eterno: Pedro Infante.
Desde su pequeña bolería, que en un principio bautizó como “La Olímpica”, “El Angullo” se hizo famoso no solo por la calidad de su trabajo, sino por su calidez humana. La vida de este bolero fue un testimonio de humildad y generosidad. Con sus modestos ingresos logró apoyar a su familia, costeando los estudios de algunos de sus hermanos, algo de lo que siempre hablaba con orgullo.
Con el tiempo, su esquina de trabajo se convirtió en un punto de encuentro y recuerdo, un sitio que respiraba a México a través de la música y de la sencillez que sólo “El Angullo” sabía imprimirle a la vida.
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Pero la historia de este hombre sencillo también fue tejida con momentos de distinción: entre sus clientes, “El Angullo” atendió a varias personalidades y mencionaba con cierto brillo en los ojos al expresidente Miguel de la Madrid Hurtado, a quien le lustró los zapatos en una visita histórica a Guamúchil.
Esos encuentros, decía, eran un honor y un símbolo del valor de su oficio.
Su devoción por Pedro Infante era conocida por todos. Cuando la plazuela municipal fue renombrada en honor al ídolo mexicano, El Angullo fue quien mostró la mayor satisfacción, sintiendo que el espíritu de Pedro Infante rondaba aún más cerca de su vida cotidiana.
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Más tarde, con una remodelación a la plazuela, su bolería fue rebautizada en homenaje al cine de Infante y pasó a llamarse “Los Tres Huastecos”, un detalle que lo llenaba de orgullo y que él mismo consideraba como un tributo a su admiración por el ídolo de México.
En los últimos años su salud fue deteriorándose y se hizo común que los socorristas de la Cruz Roja lo atendieran en su puesto debido a recurrentes desvanecimientos. Sin embargo, a pesar de su frágil condición, nunca dejó de acudir a la plazuela hasta que su cuerpo no pudo más.
Los últimos meses los pasó en casa de un familiar, donde encontró el resguardo que su salud ya le demandaba, y finalmente, en paz, partió la noche del miércoles.
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Sin duda la noticia deja un vacío en Guamúchil, y sus colegas boleros y clientes frecuentes recordarán su presencia con cariño.
Ahora, “El Angullo” deja no solo un legado de trabajo honrado, sino el eco de las canciones de Pedro Infante, esas que acompañaron cada lustre y cada charla en su bolería.