Mazatlán, Sinaloa. – Esta vez, la pandemia quedó atrás y unió de nuevo a familias enteras en el panteón. A las 4 de la tarde, el panteón No. 3, conocido por todos como el del Café Marino, se vive una romería, cientos de personas recorren el pasillo principal llegando y saliendo. Pero cientos más están platicando en las tumbas, platicado recuerdos y añoranzas.
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Por la mañana, durante una visita a los panteones municipales, el alcalde Édgar González Zataráin recibió la queja de algunas personas por el descuido de los mismos. Ahorita, basta llegar y entrar por la parte trasera del panteón, para ver la gente que regresó sin ninguna restricción a visitar a sus fieles difuntos.
Sin embargo, entre el rencuentro, está la molestia, ya que encontraron las tumbas de sus familiares entre la basura, maleza y en una parte, las manchas negras del pasto quemado. Eso enoja más a los visitantes, el tener que caminar por las tumbas y el pasto quemado.
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Pero la unión familiar es mejor. En las tumbas quedan las pláticas sobre su mamá, su papá o el hermano que se les adelantó. Pocas son las pláticas de los que se fueron por el COVID, solo comentan que no murió por esa enfermedad, y se les respeta.
Unos dicen que es bueno que ya se haya acabado esta enfermedad, porque ya pudieron visitar a sus familiares, aunque hubo unos que tenían tres años si venir y no encontraban las tumbas, y es que, entre la tierra, escombros y maleza, algunas criptas quedaron ya abajo.