Baja
California Sur, México.- Una estela de destrucción,
desorden y caos fue lo que quedó de Baja California Sur tras el impacto del
huracán Odile, que entró a la península en categoría 3 en la Escala de Saffir-Simpson,
para devastar todo a su paso.
Miles de
sudcalifornianos perdieron todo su patrimonio, a la vez que permanecieron
incomunicados, sin alimento, agua y luz por más de tres días, en la desesperanza
total e invadidos por la zozobra.
Ante este panorama,
Línea Directa recorrió la ?zona cero?, la devastación que dejó el meteoro para transmitirle de viva voz sobre el fenómeno natural más impactante en 38 años de
historia de la península de Baja California Sur.
Una
odisea a bordo de un guerrero del mar?
Corrían las primeras
horas del 18 de septiembre, a bordo más de 130 toneladas de apoyo en víveres y
personal de auxilio de la Secretaría de Marina, el buque de la Marina Armada de
México ?El Zapoteco?, emprendía la travesía a brindar ayuda a los
sudcalifornianos en desgracia.
La embarcación
reconocida a nivel internacional por su participación en operativos de auxilio
a zonas afectadas por desastres naturales como El Salvador y Nicaragua, e Indonesia
en 2005, navegó por más de 24 horas ante la presencia de un segundo y amenazante
meteoro de nombre “Polo”, que seguía como la trayectoria del devastador ?Odile?.
Una
estampa apocalíptica, ?Odile? acabó con todo
El 19 de septiembre
arribó finalmente, vio puerto en Pichilingue, en La Paz, donde cientos de
voluntarios ya se hacían a la espera de apoyar en la descarga de víveres para
trasladarlos a las zonas de mayor afectación: Cabo San Lucas y San José.
El trayecto de La Paz a
la zona más afectada, normalmente contemplado para una hora, se extendió por
más de dos y media; el panorama de postes de luz, cables caídos, piedras,
peligrosos baches y socavones eran la estampa que dejó el ciclón, una rúa casi
intransitable.
A 30 kilómetros de
llegar a Los Cabos, transitando por la libre, se registró uno de los más
imponentes derrumbes: se trata del puente Caduaño, que conecta las comunidades
de Miraflores y Barriles con San José, y que fue partido en dos ante la fuerza
del viento y el agua.
Al ingresar a Los Cabos,
un panorama desesperanzador: tiendas departamentales, comercios y reconocidas
cadenas comerciales fueron destrozadas por las fuertes rachas de viento, y
posteriormente atentadas por la propia población civil, incitada en muchos de
los casos por los propios policías.
?Lo que más me di
cuenta y más tristeza me dio es que la misma autoridad fue la que incitó a la
gente a que robara las tiendas y a que asaltara porque en realidad fue un robo
y un asalto?.
?La policía veía yo cómo
llegaban las patrullas y quebraban los cristales de los Oxxos, e incitaban a la
gente a que se metiera a saquearlos?, expresaron algunos de los testigos.
Ese mismo día y tras
haber desalojado a más de 27 mil turistas de todo el mundo que quedaron varados
en la zona, inició el éxodo masivo de la población civil, trabajadores del
sector hotelero, jornaleros y miles de familias con niños pequeños partieron ante
las precarias condiciones e inseguridad del lugar.
?Trabajaba yo en la
gastronomía en el hotel, pero ahorita el hotel quedó destruido, todos los
hoteles quedaron destruidos, no hay dinero, no hay turismo, no hay forma de
generar dinero ni nada, así que prácticamente me voy; y me voy por mi familia y
por mi seguridad también. De hecho en la mayor parte de las colonias pues se
armaron?, narraron.
De
ser un edén a una ?zona de guerra?
Cabo San Lucas y San
José del Cabo se transformaron en una ?zona de guerra?; efectivos del Ejército,
la Marina y la Policía Federal reforzaron la presencia en las calles, colonias
y zonas comerciales a fin de evitar la constante rapiña, asaltos y presuntos abusos
a mujeres, que hasta el 19 de septiembre se habían estado presentando.
Entre los pobladores
que permanecieron en el lugar quedó una profunda sensación de desconfianza ante
la poca información de las autoridades.
?O sea, no han
anunciado que hay gente fallecida, pero yo vivía junto a un arroyo bastante
largo que tenía casitas así de lotes chicos. No sabemos de esa gente, y con el
tiempo van a aparecer cadáveres; ni las autoridades han hablado de muertos;
usted cree que haya dos muertos en un fenómeno de esta naturaleza?, narraron
los sobrevivientes.
?Eran aires como de 300 a 400 kilómetros por
hora porque las viviendas vibraban. Ahí en el ejido sí hay unos familiares que
se encuentran como desaparecidos, así se escucharon los rumores, que volaron
con todo y casa y quién sabe dónde fueron a caer, quién sabe, no se sabe nada
hasta ahorita?.
Entre
el caos, la anarquía y el no perder la esperanza
En su desespero, muchas
personas subían a los cerros y puentes en busca de señal para comunicarse con
sus familiares y amigos; en tanto, la Iniciativa Privada colocó gente armada a
la entrada de los establecimientos que no habían sido saqueados.
Las infecciones
cutáneas, conjuntivitis y dengue comenzaron a hacer presencia entre la
población debido a los encharcamientos, aguas fluviales y cadáveres de animales
que permanecían en algunas rancherías.
El sábado 20 de
septiembre, cientos de elementos de la Comisión Federal de Electricidad
montaron campamentos en distintos sectores para iniciar así con el
levantamiento y reparación de toda la red eléctrica de Los Cabos, y el 45 por
ciento que se vio afectado en La Paz.
En el caso de La Paz,
las autoridades colocaron filtros con más de 900 elementos de la Policía Municipal
al ingreso y salida de la ciudad, a fin de evitar que el vandalismo atravesara
esta pequeña frontera.
La alcaldesa Estela
Ponce Bertrand apresuró los trabajos en la colección de basura y reparación de
semáforos y alumbrado público, activando con esto el 60 por ciento del
funcionamiento de la ciudad.
?Hemos establecido
daños de la infraestructura del municipio alrededor de 2 mil millones de pesos;
todavía faltan las inversiones que está haciendo Conagua de manera especial, la
Comisión Federal de Electricidad de manera especial y obviamente calculamos que
son alrededor de 3 mil a 4 mil millones de pesos los daños que sufrió la Iniciativa
Privada?, dijo.
En total, la zona
registró más de 45 colonias afectadas y vio devastado el 98 por ciento del
campo agrícola y ganado. Las filas para el consumo de gasolina, gas y hielo se
extendían más de una cuadra completa.
El muelle en
Pichilingue, una de las zonas también afectadas por los vientos huracanados, se
vio forzado a laborar sin el suministro de energía eléctrica ante el constante
arribo de embarcaciones de la Armada y la Marina que traían consigo apoyos.
Mucha de la población
civil de Los Cabos y San José también se encontraba a la espera de abordar el Ferrie,
situación que causó que el puente para ingresar a la embarcación se desplomara
por el exceso de peso, dejando caer a más de 20 personas al agua.
?Un golpe inesperado
ahí que nos fuimos para abajo y no nos dimos ni cuenta cuando caímos, pero como
pudimos rescatarlos, sacarlos para arriba para que no estuvieran ahí tirados?,
dijeron.
-¿Iba la niña también a
bordo??Sí, todos estábamos
ahí. Estábamos en el muelle cuando de repente calló?.
-¿Qué traías contigo,
celulares, cartera??Todo, y la niña en los
brazos también?.
Señoras,
niños y adultos mayores fueron auxiliados por las personas que ahí se
encontraban debido a que muchos de ellos no sabían nadar; lamentablemente, la
mayor parte perdió las pocas pertenencias con que viajaba; entre eso,
documentos oficiales como actas de nacimiento, pasaportes y artículos
electrónicos.
A
pesar de que las autoridades han redoblado esfuerzos para devolver la
funcionalidad y seguridad al estado, la pesadilla continúa para la población
civil, que se ha visto obligada a emprender trayectos a sus lugares de origen,
muchos con la necesidad de viajar en barco y después más de diez horas en
autobús, para finalmente llegar a sus hogares.Ver video aquíIR
Emerge BCS del caos, anarquía y devastación tras ?Odile?
Una de las joyas turísticas más importantes de México: Los Cabos, hoy se recupera del impacto del huracán más fuerte en los últimos 38 años
Fuente: Internet