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“Él me hizo daño”: Denuncian por violación y abuso sexual a maestro de karate en Los Mochis

Actualmente hay dos denuncias formales por estos delitos en la Vicefiscalía Regional Zona Norte; podría haber más víctimas, pero están en procesos psicológicos para sobrellevar las presuntas agresiones y tener el valor de expresarlo ante el MP

| Internet

Los Mochis, Sin.- Un grupo de jóvenes mujeres que, desde niñas fueron alumnas del maestro de karate do, Miguel “B”, presentaron denuncias penales en la Vicefiscalía Regional de Justicia en la Zona Norte por los delitos de violación y abuso sexual, hechos que presuntamente ocurrieron hace más de 10 años, cuando algunas de ellas eran menores de edad en Los Mochis.

Estos hechos están asentados en las carpetas de investigación 001896/2013 y 001764/2023, en los cuales las víctimas narran cómo ocurrieron las presuntas agresiones sexuales y el nivel de manipulación psicológica que presuntamente vivieron durante el tiempo que esta persona fue su maestro, así como las afectaciones emocionales que han marcado sus vidas.

Desde entonces, emprenden una campaña penal y en redes sociales para evitar que esta persona siga en contacto con niñas, niños y adolescentes a través del Instituto Sinaloense de Cultura Física y el Deporte, Instituto Municipal del Deporte en Ahome y la Asociación de Karate del Estado de Sinaloa A.C., instancias a las cuales desde el 24 y 26 de mayo notificaron de los hechos a través de oficios.

Una de las jóvenes aceptó una entrevista a Línea Directa y narró su versión sobre cómo fue la traumática experiencia que vivió siendo apenas una adolescente y los daños psicológicos que lleva cargando hasta su vida adulta.

En el 2010, “A” tenía 16 años y por ser una gran amante de los deportes, se interesó por el karate do, ingresando a una conocida escuela de esta disciplina en la ciudad de Los Mochis.

En un inicio jamás pensó que su maestro, por quien sentía empatía y respeto, podría causarle daño, pues, siempre se mostró muy amigable y digno de confianza.

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“Yo estuve un año y medio o dos años en sus clases, entonces, yo calculo que, si fueron dos años, como al año y medio pasó el suceso, por lo que yo puse denuncia (violación); pero, yo seguí yendo, porque, yo no… como que en mi mente no pasó, no… como si no hubiera pasado nada, pero en mi interior yo sabía que algo no estaba bien y me sentí pues muy culpable”.

“Me trataba de explicar las cosas, de como él me hizo un daño siendo que era una persona a la que yo respetaba, admiraba también, estimaba; entonces, fue como un proceso para mí, darme cuenta; incluso, tiempo después yo no me sentía cómoda, pero de todos modos no lo culpé, ni nada; hasta después que comprendí lo que hizo realmente”.

La víctima señala que ya llevaba año y medio en clases cuando motivada por su maestro de que podía mejorar su rendimiento y desempeño como deportista, al igual que una compañera que ya llevaba años y era la mejor del grupo, aceptó la propuesta.

“Primero, se suponía que me iba a medir, me iba a pesar y ya luego me iba a poner como una rutina como de gimnasio, porque ahí tenía una parte con aparatos como de gimnasios, supuestamente me iba a dar la alimentación y después el entrenamiento; entonces, con ese pretexto yo fui sola, antes de la clase normal de karate y ahí fue donde pasó todo”, describió la joven a Línea Directa.

Tras la agresión, “A” tuvo varios problemas emocionales y, por su edad, no pudo comprender lo que había pasado, ni que ella había sido víctima de un delito.

“Yo no sabía que mi compañera había sufrido abuso de parte de él, ni siquiera me pasó por la cabeza que alguna de mis compañeras les hubiera hecho lo mismo o algo por el estilo. Sí temí en su momento por la hijastra que tenía, porque era más pequeña que yo, creo que en ese entonces ella tenía unos 10, 11 años, y vivía con él, entonces, sí me preocupaba un poco eso”.

“Pero, no, nunca lo hablé, pues, con ninguna de mis compañeras, yo simplemente como que me empecé a aislar, yo ya no disfrutaba ir a las clases, sentía… no sentía ni siquiera que fuera por él, como no ir por él, yo sentía que ya no era buena en lo que hacía, no me sentía cómoda, ni nada. Y él me decía: señorita, ya no ha venido a karate por redes sociales y esas cosas, y a veces yo iba, pero, definitivamente, yo no me sentía cómoda”, continuó narrando la joven.

A pesar de que sus padres nunca se enteraron de lo ocurrido, sí la llevaron en terapia psicológica, porque su comportamiento cambió y dejó de realizar las actividades que antes le apasionaban, entre ellas, el karate.

Sin embargo, “A” señala que no tuvo la mejor experiencia con un profesional de la salud de la mental, porque lejos de ayudarla, la hizo sentir culpable y por eso jamás pudo expresar lo ocurrido a su familia.

“Empecé a tomar terapia psicológica, la verdad no me ayudó mucho, porque, a mí nunca me dijeron: fuiste abusada o eso que hizo esa persona está mal, sino no como que trataban de que yo me hiciera responsable de lo que yo había sufrido […] Incluso, cuando yo fui a interponer mi denuncia yo iba a interponerla por abuso, no por violación, en ese momento yo me enteré que realmente había sido una violación”.

Fue hasta en su edad adulta, cuando tuvo una reunión con excompañeras de karate, que se enteró que ella no fue la única víctima de agresión sexual por parte del maestro Miguel “B”, en la charla, su compañera “M” le reveló los años de abuso de la que fue también víctima desde que era una niña.

“La dejé hablar y ya comenzamos a hablar las tres, cada quien su vivencia y ya ahí me di cuenta que no había sido la única y, que, incluso, nosotras tres no fuimos las únicas, también había más. Yo como me asilé y me alejé de todos y de todo en karate, no supe nada de otras alumnas, ni nada de amistades porque prácticamente también las dejé, hasta ese momento me enteré de todo lo que había pasado”.

“Y dije, no es justo, y dije esto no tiene porque seguir así, ni nada. Yo me sentí triste, obviamente, pero también sentí que, al no ser la única, podía hacer algo. Sentí fuerza, motivación para querer hacer algo, en ese momento, para mi compañera era algo que le afectaba mucho, tenía pesadillas y todavía era algo en lo que tenía que trabajar. Entonces, nos esperamos”.

El sábado 15 de abril del 2023, “A” interpuso una denuncia penal por el delito de violación ante el agente del Ministerio Público, le costó muchas lágrimas, miedos y temores hacerlo, porque fue revivir recuerdos que había reprimido, que había tratado de dejar atrás para poder vivir.

Pero, su experiencia ante las autoridades judiciales no fue la mejor, por lo contrario, se sintió revictimizada y responsable de lo que le ocurrió.

“Me sentí realmente mal ahí en la Fiscalía por las cosas que te preguntan o cómo te dicen las cosas. Por ejemplo, me preguntaron más de dos veces, la persona que me tomó la denuncia y la doctora, que si por qué hasta ahorita. Es que es todo un proceso. Yo, como víctima, no me gusta llamarme víctima a mí misma, pero, yo como víctima sufrí cosas, si yo no hubiese tenido apoyo de mis papás, si yo no hubiese tenido la voluntad, yo pude haber acabado con mi vida en algún momento de esos años y nunca haber puesto denuncia”.

“De buenas que las cosas han resultado mejor para mí, he estado mucho mejor de mi salud mental, emocional y llegué al punto de poner mi denuncia; pero, llegar ahí y que me dijeran: ¿por qué hasta ahorita? Me causo mucha impotencia… porque hasta ahorita pude y ni modo”, dice con impotencia durante la entrevista a Línea Directa.

Su dolor y desilusión es más intensa, porque, a pesar de haber encontrado el valor de denunciar lo que le pasó hace más de 10 años, su caso podría quedar impune por prescripción del delito, a pesar de que en el momento que ocurrieron los hechos, a decir de la joven, el agresor la videograbó.

“Yo siento que… que me fallaron y a todas las niñas que están denunciando el abuso, me tomaron la declaración, pero nada más para que haya un registro, que iban a hacer la investigación supuestamente, pero todo como que… hay prioridades, que hay delitos más recientes y que cuando me tocara me iban a hablar; pero, pues, ya había caducado, que así es la ley”, expresó “A”.

Su acto de valentía, de no quedarse callada, valió para que su compañera “M”, quien fue alumna de Miguel “B” desde los 9 años de edad, también acudiera a denunciar ante la Vicefiscalía Regional de Justicia en la Zona Norte el 22 de abril de este año.

Actualmente, varias jóvenes que fueron víctimas de violación o abuso sexual están llevando procesos emocionales que les permite formalizar sus denuncias, pero temen que su esfuerzo y valentía sea en mano.

Es por eso que enviaron oficios al ISDE, IMDA y Asociación de Karate del Estado de Sinaloa A.C., para que conozcan sus casos, investiguen, las escuchen y tomen medidas preventivas, porque creen que más niñas y adolescentes pudieran ser víctimas de alguna agresión sexual.

Fuente: Línea Directa

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Jessi Jáuregui

Reportero

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