Culiacán, Sin.- Hace algunos años los culiacanenses adoptaron una práctica romántica que empezó en Roma y París -consideradas las ciudades más románticas del mundo- donde los enamorados suelen colocar candados con sus nombres en las farolas de los puentes.
Fue a mediados de 2014 cuando el ritual se volvió popular en el puente, el puente que conecta a la Isla de Orabá, sobre el río Tamazula, en Culiacán, cuyas cuerdas aún conservan los candados con dibujos, grabados o con los nombres de los enamorados de aquellos días.
Tanto en Europa como en Culiacán, el ritual requiere de una promesa de amor, la cual consiste en que una vez la pareja coloca el candado, ambos lanzan las llaves al río, para que éste las “guarde” para siempre en el fondo de sus aguas, como promesa de amor, la cual supuestamente no podrá deshacerse.
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Aunque es muy probable que muchas de aquellas parejas ya no sigan juntas, el recuerdo se mantiene sobre las cuerdas del puente, perpetuando el dicho que reza: “donde hubo fuego, cenizas quedan”.
Sin embargo, ante la imposibilidad de retirar los candados, algunas personas han optado por acudir al punto y borrar con plumón su nombre y el de quien alguna vez fuera su amado o amada y que, con el paso del tiempo se convirtió en el más odiado, o bien, un viejo amigo con quien comparten un bello recuerdo.
Al igual que el amor de algunos, muchos de los candados lucen llenos de telarañas, oxidados y corroídos, pero algunos expertos consideran que con un poco de vinagre blanco, agua limpia y un cepillo de dientes, vuelven a recuperar su brillo, al igual que las parejas que prometen rescatar el enamoramiento que alguna vez se tuvieron.
¿CÓMO REVIVIR EL AMOR Y LIMPIAR UN CORAZÓN OXIDADO?
Algunos expertos en relaciones de pareja, consideran que para restaurar una relación que ha caído en la monotonía. es importante darse tiempo y espacio para reformular su situación.
Asimismo, es sustancial mostrar interés y no esperar a que la otra persona sea la primera en contactar.
Es importante analizar cada error, mejorar la actitud, “volver” al pasado para recordar qué fue lo que los unió, ser honestos y constantes, pero sobre todo, confiar el uno en el otro.