Culiacán, Sinaloa. Este domingo las calles de Culiacán se llenaron de voces que claman por un alto a la violencia. Hombres, mujeres y niños marcharon con la firme convicción de exigir paz en una ciudad golpeada por el dolor y la incertidumbre.
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Bajo una bandera de unidad, los participantes avanzaron con un mensaje claro: “Alto a la violencia, queremos paz”.
Sin embargo, entre el contingente aparecieron grupos con intereses ajenos al propósito de la marcha. Militantes de partidos políticos, presuntos agitadores y otras personas intentaron desviar la atención hacia sus propias causas, generando tensiones dentro del movimiento.
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El rechazo de los auténticos participantes fue evidente. La mayoría, víctimas directas de la violencia que azota a la capital sinaloense, mantuvieron su postura de firmeza y rechazo hacia las acciones violentas, como lo ocurrido frente al Palacio Municipal.
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Ahí, algunos infiltrados patearon las puertas del edificio y realizaron pintas, actos que generaron indignación entre los asistentes.
“Esto no es lo que queremos ni lo que pedimos”, reclamaron participantes de la marcha, quienes reiteraron que el propósito era hacer un llamado a la paz y no fomentar más caos.
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El momento de mayor tensión ocurrió cuando algunos asistentes enfrentaron a los infiltrados. Un hombre, visiblemente molesto alzó la voz para dejar clara su postura: “¡Déjense de mam… los que andan con violencia en la marcha, sáquense a la…!”. Su enojo reflejaba el sentir colectivo: la marcha no era un espacio para agendas ajenas ni para vandalismo.
“Por qué que vienen a incitar a la violencia viendo que hay más niños”: madre de familia que participó en la marcha por la paz
En medio de este panorama, surgieron testimonios que dieron rostro al sufrimiento de las familias. Una madre, acompañada de sus hijos, expresó en medio del llanto el motivo que la llevó a participar: “Yo vine aquí a participar porque tengo un muchacho desaparecido, hoy cumple dos meses. Es mi esposo. A mí me duele, pero no, con violencia no. No es justo lo que hacen. Hagamos las cosas bien, es lo que estamos buscando. Déjense de cosas porque traemos muchos niños”.
Cargando una manta con el rostro de su esposo, la manifestante lamentó que si el objetivo era también pedir un alto a la violencia contra los niños, que algunas personas se aprovecharan para incitar más violencia. Indicó que todos quieren lo mismo, que regresen el Culiacán de antes, donde los niños tengan la seguridad de salir a jugar a las calles.
“Exigimos algo de que ya estamos hartos de que está pasando, pero también es justo que si yo traigo a mis hijos a exigir sus derechos, y se supone que venimos a combatir la violencia, por que vienen a incitar a la violencia viendo que hay más niños”, dijo.
Leticia Trujillo Hernández contó que el pasado 26 de noviembre su esposo salió de su casa a las 16:00 horas, rumbo a su trabajo, y desde ese día ya no saben nada de su paradero. Comentó que su esposo no tenía problemas con nadie, es trabajador, es un padre amoroso, apegado a sus hijos, y no se imaginan el daño que le han causado a toda su familia.
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A pesar de los intentos por desvirtuar el movimiento, la esencia de la marcha se mantuvo intacta. Los asistentes avanzaron con determinación, recordando a las víctimas de la violencia y exigiendo un cambio que permita reconstruir el tejido social en Culiacán.
La jornada cerró con un mensaje contundente: la paz no se construye con violencia y las víctimas merecen respeto.