Guasave, Sin.– De película de terror, así calificó una madre de familia lo que vivieron para poder rescatar a su hijo, el “Jueves Negro”, tras 12 horas de haberse quedado varado a la altura de Caimanero, en el municipio de Culiacán, brechando, brincando canales, tierras de cultivos, monte y demás, llegaron hasta él.
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Llegaron con él a su casa ya pasadas las 21:30 horas de este nuevo “Jueves Negro”, cuando había salido desde las 7:00 de la mañana, pero tras una hora de camino en el autobús en el que iba un grupo fuertemente armado, los bajó a la altura de la comunidad en mención.
Se trata de un estudiante de Odontología que buscaba cerrar su semestre con la entrega de un proyecto, a eso iba a Culiacán, un joven de 21 años que poco sale de su casa, pues además está bajo tratamiento médico y se había quedado sin él.
Línea Directa hizo contacto con su madre, quien tras saber lo que había ocurrido se lanzó en su vehículo a la carretera Internacional, ignorando las alertas de las autoridades que pedían no salir; así, llegó hasta la caseta de cobro de Cuatro Caminos, no pasó de ahí, la amenaza fue muy explícita:
“Me dijeron que si seguía me iban a quitar la camioneta y la iban a quemar, me tuve que regresar, imagínese con los nervios de punta, pensando en mi hijo, ya había vivido con el mayor lo del Culiacanazo, con él no tenía comunicación, estaba en Culiacán, pero con éste muchacho, aunque me decía que estaba bien, estaba como loca”, relató la madre.
El autobús iba repleto, más de 80 personas, cuando los bajaron los corrieron, caminaron más de tres horas y se guarecieron detrás de una tienda de autoservicios, sin nada, sin agua y sin alimento, donde el joven mantuvo siempre comunicación con su madre, para no preocuparla le decía que todo estaba tranquilo, pero, la realidad era otra sumamente contraria.
“Dice que los bajaron y les dijeron que se fueran porque les iban a incendiar el camión, hasta anoche que llegó aquí soltó el cuerpo, no se podía dormir, imagínese se le venía todo, le dieron tres balazos a un tráiler, veían los carros y ver tanta gente armada, tirados sobre la carretera, ay no, no, lo encontramos todo revolcado, lleno de tierra”, describió la angustiada madre el terror.
Al no tener espacio para transitar por la carretera, su instinto de protección la llevó a buscar otras alternativas, gente que la ayudó a “brechear” cinco horas entre canales, monte, apagando luces para salir vivos de entre medio de las camionetas llenas de sicarios que rondaban las vías alternas a la carretera.
Así llegaron hasta él, ya para entonces muy avanzada la noche, algunos se habían dispersado, de nuevo emprendieron la caminata hasta la comunidad para refugiarse en la casa ejidal de Caimanero, donde aún permanecen.
En la carretera más de 100 personas más, entre ellas una madre con sus dos pequeños que aun insistiéndole para que abandonara el grupo y se regresara con ellos prefirió quedarse a la intemperie, esta mañana continúa en la carretera, con los niños, pues aterrada no quiso arriesgarse más ante la amenaza latente de los grupos armados que circulaban por la zona.
“Cuando yo supe que ya tenían al muchacho ese en México y que no lo querían soltar pensé que iban a empezar a matar gente y entre ellos estaba mi hijo, porque no estaban logrando su objetivo de que lo soltaran, no podía estar tranquila, por eso me fui hasta dar con él”, expresaba angustiada como tratando de justificar la odisea a la que también se expuso.
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Finalmente, con su hijo en casa, él les relató lo ocurrido, una verdadera película de terror, 12 horas entre balas, incendios, amenazas y gente armada, la angustia, minuto a minuto, el palpitar desesperado de un corazón sobresaltado por tan espantosa experiencia.