Guasave, Sinaloa. – El sonido de la música que retumbó en la plazuela Del Músico la tarde de este jueves no era el mismo de siempre. Las notas, que en otras ocasiones levantaban los ánimos y hacían bailar a los presentes, esta vez tenían un peso distinto. Duelen. La melodía, que solía alegrar el corazón, esta vez calaba hasta los huesos.
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Los instrumentos sonaban, pero el canto se tornaba triste. Al centro del templete, un ataúd de madera caoba imponía su presencia, rompiendo con la alegría que caracterizaba aquel espacio. Alberto Angulo “El Güerito”, el líder y alma de la banda, había dejado de bailar, de dar la pauta que por tanto tiempo dirigió con precisión y entusiasmo. Era su despedida.
El cortejo fúnebre inició desde la funeraria Del Rosario, poco antes de las 17:00 horas. El cuerpo de Angulo fue trasladado hacia el santuario (iglesia) de Nuestra Señora del Rosario. Allí, el párroco ya aguardaba para oficiar la misa de cuerpo presente.
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Los acordes de la banda se alzaron en el aire, pero no de la forma en que lo habían hecho tantas veces antes. Esta tarde, el trombón no animaba, lloraba. Los músicos, sus compañeros de tantos escenarios, ahora tocaban para decir adiós. El duelo era palpable en cada nota, en cada acorde y en el corazón de quienes lo conocieron y admiraron.
Alberto Angulo no era solo un músico talentoso sino también un empresario querido en Guasave. Su don de gentes lo hacía destacar. Con su carisma y energía, supo ganarse el respeto y el cariño de todos los que tuvieron la fortuna de cruzarse en su camino. Incontables arreglos florales adornaban el santuario, enmarcando el momento de la despedida, mientras las oraciones por el descanso eterno del “Güerito” ascendían al cielo, acompañadas por el susurro de los vientos que pasaban entre las notas musicales.
Tras la ceremonia religiosa, el cortejo fúnebre se dirigió a la plazuela Del Músico, donde las agrupaciones que Angulo formó y dirigió —Secuencia de Guasave y Guasave Musical— esperaban su llegada. Los músicos, que tantas veces habían tocado bajo su liderazgo, prepararon sus instrumentos, pero esta vez con el alma rota.
La carroza fúnebre llegó al lugar, y el ataúd de caoba fue bajado lentamente. Lo colocaron justo en medio del templete, rodeado de aquellos que fueron sus compañeros de vida en la música. Las lágrimas de los músicos fueron inevitables; más de una vez se quebraron las voces y los instrumentos al tocarle a ese amigo que se había adelantado en el camino, ese amigo que siempre vivió para alegrar los momentos especiales de los demás.
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Entre los recuerdos que dejó Alberto Angulo destaca el noble proyecto “Haz feliz a un niño”, una iniciativa que él mismo creó durante una Navidad con el deseo de cambiarle la realidad a un pequeño de escasos recursos. Año tras año, el “Güerito” lideraba esta causa, llevando alegría y esperanza a niños que, de otra manera, no tendrían una Navidad llena de sonrisas. Aquellos uniformes que identificaban a este movimiento también estuvieron presentes en su despedida, recordando a todos el corazón generoso y desinteresado que siempre caracterizó a Angulo.
Ese día, la plazuela Del Músico no fue el escenario de una fiesta, sino el marco de una profunda despedida. Los aplausos que resonaban no celebraban una interpretación, sino una vida bien vivida, una vida dedicada a los demás, una vida que, en sus momentos finales, cosechaba lo que sembró: el respeto, la admiración y el cariño de su gente. Alberto Angulo, “El Güerito”, fue aplaudido de pie por todos aquellos que lo conocieron, un homenaje a un hombre que vivió para alegrar a los demás.
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Finalmente, tras el tributo en la plazuela, los restos de Alberto Angulo serán cremados y su urna descansará en su hogar en la playa Las Glorias, donde la brisa del mar y el eco de la música que tanto amó lo acompañarán por la eternidad.
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Un hombre que vivió para la música y para su gente, ahora encuentra el descanso eterno en el lugar que tanto significó para él. La comunidad guasavense no lo olvidará; su legado seguirá sonando en cada acorde, en cada órgano que alguna vez tocó, en cada niño al que logró hacer feliz. Alberto Angulo ya no marca el compás, pero su música seguirá resonando en los corazones de quienes lo conocieron.