Mazatlán, Sin.- Un trayecto carretero desolado se observa en cada kilómetro que conduce del puerto de Mazatlán hacia la presa Picachos. A unos minutos del arribo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador a la obra hidráulica, la zona rural al norte del puerto se percibe todo tranquilo.
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De seguridad, de presencia de patrullas y elementos, nada, el primer visto de la Guardia Nacional se apreció con tres unidades en La Noria, como sólo un pequeño rondín. Un pueblo pintoresco sin romper su rutina, del vaivén de los transeúntes locales y de aquellos vehículos que se dirigen hacia la Picachos.
De nuevo, en San Marcos y Las Puertas de San Marco, vuelven a dar visos de vida, ahí los pobladores cuestionaban “¿A qué hora llega? A distancia, se ven familias en los portales de las viviendas de estos poblados, como en espera de ver pasar por un instante al pesidente de México.
De nuevo, apenas un par de unidades de la Seguridad Pública Municipal franquean la vialidad principal de San Marco, y a distancia solo ven pasar los vehículos de funcionarios y particulares que se dirigen a la presa Picachos.
El trayecto sigue, la cinta asfáltica despejada, en medio de un monte seco. Ya a corta distancia el camino que conduce al acceso principal de la Picachos. ¡Alto! El filtro total. Elementos del Ejército Mexicano y los servidores de la Nación montados y con las rejas, hablan claramente que de ahí ya nadie puede pasar.
Un reducido grupo de personas que hace guardia, con la esperanza de ver solo por un instante al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pero nadie les da claridad de saber por dónde o cómo llegará al interior de la presa Picachos.