Mazatlán, Sin.- Juan Martínez Herrera tiene 60 años, y de esos, 47 los ha dedicado a trabajar como albañil en el panteón municipal número tres, ubicado en la colonia Benito Juárez de Mazatlán.
Sin embargo, no solo desempaña sus actividades como albañil, sino también limpiando el panteón y algunas veces le ha tocado ser el velador.
Martínez Herrera comentó que desde los 13 años comenzó a dedicarse a la albañilería en ese camposanto gracias a su padre, quien también era albañil en el lugar, y desde entonces este espacio se ha convertido para él en su segunda casa.
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Señaló que no es fácil trabajar en un panteón, pues es mucha la presión que se genera al estar sepultando cuerpos a todas horas del día, incluso le ha tocado junto con sus compañeros construir sepulturas a altas horas de la noche.
“Soy albañil. Ya hace mucho que entré a trabajar con mi papá desde los 13 años. Te sientes muchas veces presionado, a veces enterramos hasta las 8 o 10 de la noche, esperando a que lleguen los dolientes y ahí andamos batallando. A veces nos llega el agua hasta la cintura y andamos enterrando así”.
Dijo que luego de tanto tiempo que tiene yendo al panteón, es de los pocos que lo conoce completamente, ya que es difícil aprenderse las zonas de cada una de las 5 mil tumbas aproximadamente que tiene el camposanto.
Mencionó que lo más difícil de desempeñar de su trabajo es mostrar su empatía con los dolientes, pues compartió que tiene que mentalizarse antes de construir una tumba, porque le genera tristeza ver a las familias con su dolor y muchas veces por esa razón ha querido “soltar” la pala y la cuchara.
“En ese momento, no sé, siento como tristeza que ni ganas de enterrar, pero todo eso paso. Sí tienes que aguantarlo, porque es mucha presión. Llora el niño: ‘mi papá’, el hermano, ‘mi esposo’, las viudas que empiezan expresar su sentir, y eso se te mete en la mente y es algo que dices tú ‘ya no quiero sepultar, ya no quiero enterrar’. Nos transmiten ellos la tristeza a nosotros que hasta se nos para la mano y ya no quiere trabajar”.
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Expresó que durante el Día de Muertos el panteón parece una fiesta, y aunque las nuevas administraciones ya no dejan ingresar música, el lugar se llena de color con los arreglos de flores y de alegría con la presencia de los familiares que vienen a recordar a sus difuntos, y muchas veces se organizan hasta la carne asada para convivir con ellos.
Don Juan invitó a todas las personas que se olvidaron de sus difuntos a que vayan a visitarlos por lo menos en su día, este 2 de noviembre, ya que, con este olvido, hasta los sepulcros se están deteriorando.
Agregó que para los que no encuentren a sus difuntos dentro del camposanto, tienen una capilla que se llama la “Cruz del Perdón”, donde las personas dejan una vela encendida como ofrenda de paz para esas almas que se adelantaron en el camino.