San Miguel Zapotitlán, Sinaloa. En una profunda reflexión sobre la delgada línea entre la vida y la muerte, desde el 24 de octubre al 4 de noviembre la comunidad mayo-yoreme asentada en la zona norte de Sinaloa, recibe a sus seres queridos fallecidos que, de acuerdo a sus tradiciones, durante este tiempo las almas tienen el permiso de trasladarse desde el universo al mundo material.
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Y como parte de la ritualidad, este 2 de noviembre la comunidad mayo-yoreme realizó un responso con sus cantos, música, rezos y danzas al exterior del panteón de San Miguel Zapotitlán para recordar a todos los indígenas y “yoris” que han trascendido de este mundo.
Aunque el evento forma parte de los usos y costumbres de este pueblo ancestral, las personas que no pertenecen a la etnia también valoran y acuden a este cementerio valoran la tradición por su riqueza cultural y el sentido de identidad que brindan al norte de Sinaloa.
Virgen de Rita Aguilar Cevejeca, gobernadora indígena de San Miguel Zapotitlán, señaló que el ritual especial para el Día Muertos cuenta con cantos, música y danzas específicas para recordar a las personas que ya fallecieron.
“Vamos a llevar a cabo la ceremonia del pascola, ellos hacen un ritual para los fieles difuntos, hay música que es para los difuntos, para los que ya fallecieron hay esas danzas, y ellos son los que van a llevar a cabo ese son de pascola”, dijo a Línea Directa.
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Este 2 de noviembre las autoridades de la sindicatura se sumaron a los festejos yoremes y embellecieron la entrada del panteón de San Miguel Zapotitlán, brindando espectacularidad al evento ancestral.
En la entrada principal se colocó una catrina y un catrín y se revistió de flores, regalando una hermosa vista a todos los miles de visitantes a este cementerio.
Al exterior, los músicos y danzantes pascolas, así como las autoridades indígenas, colocaron un altar característico de los yoremes (completamente distinto al que colocan las etnias del centro y sur de México), y realizaron el ritual del responso para recordar y conmemorar a todos sus muertos.
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El evento fue altamente valorado por los miembros de la comunidad indígena, pero también por cientos de personas del norte de Sinaloa que reconocen y valoran las tradiciones ancestrales que prevalen todavía en la región.
