Elota, Sinaloa.- El 30 de enero de 2024 es una fecha que difícilmente se podrá olvidar. Un fatal accidente no solo enlutó a las familias de 23 personas que perdieron la vida en el choque entre un camión de pasajeros y un tráiler, sino que también fue un recordatorio de que en cualquier momento se puede perder la vida.
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Así lo dijo el sacerdote Vicente Cruz, párroco del Sagrado Corazón de Jesús, de la comunidad de Tanques, quien este jueves ofició una celebración eucarística a un costado del lugar en el que se registró el fatal encontronazo, a la altura del kilómetro 104 de la autopista Mazatlán-Culiacán, por el carril de sur a norte, en donde la madrugada del 30 de enero del año pasado un camión de pasajeros con número 502, con ruta Guadalajara-Los Mochis, cerca de las 4:00 de la mañana se impactó contra un tráiler que se había volcado en ese punto.
El chofer del autotransporte, por sacarle al camión de carga, cayó a una cuneta, y finalmente se impactó contra la unidad siniestrada, lo que provocó un incendio que consumió el autobús y 23 vidas a bordo.
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El sacerdote fue insistente en la homilía, al señalar que nadie sabe cuándo puede morir, ni en qué condiciones, por lo que exhortó a los asistentes a la reconciliación y al perdón.
“Todos los días tenemos que estarnos preparando porque no sabemos si ese será nuestro último día. Todos los días debemos estarnos reconciliándonos con nuestros hermanos, dejemos los pleitos a un lado, dejemos nuestros rencores a un lado porque no sabemos si ese va a ser nuestro último día y no sabemos que ese ser que amamos va a morir en cualquier situación, y a lo mejor va a morir enojado con nosotros”.
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La sentida misa se realizó entre las cruces que fueron colocadas para recordar a quienes no pudieron del salir del camión en llamas, pero también para agradecer a quienes sí lograron abandonar la unidad, que de manera intempestiva se vio envuelta en llamas.
También asistieron algunos de los elementos de Protección Civil y otras corporaciones que el día del trágico accidente acudieron para prestar auxilio a las víctimas del camionazo, y recordaron cómo para ellos también fue una sorpresa encontrar al autobús envuelto en llamas y apoyar a los 23 lesionados, ocho de los cuales tuvieron que ser trasladados al hospital para que recibieran atención médica.