Culiacán, Sin.- Códigos encendidos y agentes prestos a la acción en una detención sin titubeos en una atmósfera explosiva.
Una gendarmería municipal de actuar inédito. Erguido el porte y templanza en el actuar, el policía somete al sospechoso en una detención sin llamadas telefónicas. Sin la oportunidad del llamado de refuerzos.
Los vapores del combustible en la estación de servicio estimula la adrenalina en una noche cualquiera.
La troca blanca de modelo reciente sin placas de circulación permanece con el motor en marcha a un costado de la bomba de servicio. Su conductor, de aspecto joven y traza equívoca, sometido por la fuerza municipal.
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Un segundo agente se mantiene a la expectativa.
La atmósfera se vuelve tensa. Pesado el ambiente. Un eventual rescate desataría el infierno en la gasolinera.
La noche es de una madurez incierta.
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Los representantes de la ley y el orden mantienen férrea su actuación. No ceden ni claudican. Son la encarnación de la “honestidad valiente”.
Una joven desciende de la troca. Zapatillas altas en juego con el rojo de su pelo. Jeans y blusa que resaltan su figura.
La muchacha encara al agente que tiene sometido a su acompañante. La réplica oficial es silenciada por el gesto inaudito.
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Postrado ante su dama, aún sujeto por la autoridad, el joven hace la proposición que desnuda el teatro.
Hincado a modo de los enamorados extiende el brazo y pide su deseo materializado en una argolla de compromiso.
Melcocha pura.
Hecha la proposición y aceptada la petición, aparece a cuadro el complemento. La comparsa con ramo en flor para la pretendida.
Restaurado el orden y aplicada la ley, los policías del amor y émulos de Celestina reiteran los parabienes a los enamorados y se despiden, satisfechos por el deber cumplido.
¡Ah, el amor…!
