Culiacán, Sin.- Los que lo conocieron dicen que Marcó Antonio no se metía con nadie.
Al jubilado del Ayuntamiento de Culiacán las primeras lucen del día lo exhiben en capilla ardiente en la acera de su casa en la colonia Melchor Ocampo.
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El exempleado del departamento de Aseo y Limpia de la Comuna dicen que no tenía problemas con nadie; que temprano todas las mañanas recorría la cuadra y ayudaba a sus vecinos a limpiar el frente de sus casas.
Así se granjeaba el aprecio de la gente.
“Ese señor no se metía con nadie”, dice un vecino después de conocer la noticia de la muerte del jubilado.
Los que se reúnen en torno a la escena del crimen dicen que al alba se escuchó un tronido. Algunos lo relacionaron con el estruendo de un cuete; otros más lo ignoraron por permanecer en las brumas del sueño dominical.
Recién llegado a la tercera edad, Marco Antonio se encuentra en la ignominiosa posición en la que el balazo en la cabeza lo postró: “clavada” en el pavimento la parte superior del cuerpo y la inferior, a la altura de la acera de su casa.
Los que lo conocieron, aún incrédulos, lo repiten para denostar su muerte inútil: Marco Antonio no se metía con nadie.
“Tempranito andaba ayudando con las bolsas de la basura”, comenta una vecina.
Vestido con atuendos deportivos, al jubilado del departamento de Aseo y Limpia del Ayuntamiento lo sorprendió la Muerte al alba del domingo cuando el camión recolector no pasa por el lugar y no había basura que tirar.
Los que lo conocieron observan su cuerpo con escepticismo: por qué si Marco Antonio no se metía con nadie, y más que buscarse problemas se granjeaba el aprecio de la gente, yacía en el pavimento con un balazo en la cabeza…