Culiacán, Sin.- Las de la noche del lunes no fueron las notas nacidas del bajo o el acordeón…
Los instrumentos de sus ejecutantes eran de muerte y huérfanos de armonía. Y Jorge Cáceres ya no era el vocero sino protagonista de su propio corrido.
El vocalista del grupo musical Los de la B yace en medio de la calle. Masacrado a balazos que fue cuando esperaba frente al Hospital Civil de Culiacán.
Los que lo vieron dicen que el músico recargado estaba en un vehículo cuando de otro que se detuvo frente a él, descendió un encapuchado con un instrumento para nada musical calibre .223.
Ya a su merced, le descargó la escala no escrita en el pentagrama.
Los que saben dicen que una mujer fue alcanzada por las balas disparadas del fusil de asalto AR-15 y trasladada a una clínica particular…
El intérprete de “El Colores”, “El G3” y “El 30” ahí está tirado. Dos patrullas de la policía delimitan su último escenario y una familia llora. Amigos y compañeros se conduelen de una voz que escribió su silencio en la escala de la muerte.
El “díganme que no es cierto” se escucha contenido; el “Dios Padre, haz que se levante…” se oye suplicante.
La Álvaro Obregón de Culiacán, la avenida inmortalizada en los corridos, se puebla de vehículos.
Los suyos, los que lo acompañaron en sus 27 años, lloran y unos más sollozan.
A Jorge Cáceres, vocalista de Los de la B, se le acabó el corrido. A alguien no le gustó su voz y a la C de la vida no lo dejó llegar.
Su muerte quizá sea materia prima para la letra de un corrido que narre la hazaña recreada con visos de valentía de sus ejecutores y cantada por algún vocalista de nuestro regional mexicano…