Los Mochis, Sin.- El pasado 29 de julio se conmemoró el 27 aniversario de la muerte de 14 soldados del Ejército Mexicano en la Laguna Salada de la ciudad de Mexicali, en Baja California, ellos estaban realizando un ejercicio de capacitación en una patrulla militar llamada “Tecolote”, conformada por 36 soldados, entre los que había varios de Sinaloa, sobre todo del municipio de Ahome, pero las cosas se salieron de control y terminaron en tragedia.
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Eulalio Bacasegua Huicho, uno de los sobrevivientes y quien tuvo una gran participación para que sus demás compañeros fueran rescatados, contó para Línea Directa su experiencia vivida aquellos días últimos del mes de julio del lejano 1996.
Eulalio Bacasegua Huicho.
Eulalio cuenta que habían recibido la orden de realizar esta capacitación y fueron trasladados hasta la Laguna Salada y de ahí tenían que llegar a un punto caminando, donde se les brindaría agua y comida. Contó que llevaban lo suficiente para llegar hasta ese punto, pero una tormenta de arena lo cambió todo.
Quien en su momento fuera cabo, dijo que tuvieron que hacer hoyos para resguardarse de la tormenta, pero una vez que se terminó, el soldado que estaba a cargo, un subteniente, perdió el rumbo y los dirigió hacia el lado contrario de donde debían de ir, esto fue observado por uno de los sargentos, quien le hizo ver su error al comandante del escuadrón, pero este le dijo que él sabía lo que hacía y debido a su formación y disciplina militar, los demás obedecieron y siguieron caminando, aún y cuando sabían que iban en la dirección incorrecta.
Tras un tiempo caminando el soldado encargado de transmisiones cayó al suelo debido al calor, siendo auxiliado por sus compañeros y el soldado de sanidad, quien le dio suero para que se recuperara, pero solo pudo seguir su camino por 25 minutos más hasta que volvió a caer sin poder levantarse. Poco a poco varios soldados fueron cayendo por el golpe de calor y quedaron en el camino, mientras sus compañeros avanzaban y trataban de ayudarlos cargándolos.
Uno de los sargentos y otros soldados tomaron el radio y se comunicaron con una base militar informando la situación que estaban viviendo y pidieron auxilio, pero al momento de dar las coordenadas para que fueran a rescatarlos las dieron equivocadas y cuando se dieron cuenta y quisieron volver a comunicarse, las baterías estaban reventadas debido a los más de 58 grados que se estaban sintiendo, quedando incomunicados.
El soldado conocido como “Huicho”, contó que sus compañeros entraron en un desespero, incluso uno intentó quitarse la vida con el arma de cargo, pero se lo impidieron, otro ofrecía todo su dinero y sus joyas a cambio de un trago de agua, pero ya se les había terminado, hubo también quien al ver a uno de sus compañeros sin vida, quiso tomarse su sangre pero la falta de fuerzas se lo impidió.
Eulalio Bacasegua Huicho.
“Cuando él vio morir a su compañero, él dice: lo piensa, la sangre de él me va a servir, saca su cuchillo bayoneta, se abalanza hacia él, no tenía fuerzas para poder llegar hasta él, se arrastró a dos metros donde estaba su compañero muerto, se abalanza, pero no alcanzó a llegar, no tenía fuerzas para poder llegar hacia él, se quedó con su cuchillo bayoneta clavado en la arena con todo lo largo de su mano a escasos centímetros del cuello de uno de los compañeros fallecidos”, dijo.
Uno de los sargentos tomó un mapa y dijo que caminaría rumbo a un cañón llamado David, para después subir a una pendiente y continuar hasta llegar a la carretera, invitando a quien quisiera seguirlo, formándose un grupo de 10 soldados quienes emprendieron el camino.
Eulalio dijo que en determinado punto cuando llegaron al cañón, él llegó a su máximo punto y sintiendo que ya no podría seguir y sentía cómo poco a poco se le iba la vida. Fue cuando en su mente comenzó a despedirse de sus seres queridos, pero él se visualizó en un ataúd en el patio de la casa de su mamá y miró a su pequeña hija de escasos 6 años, quien le decía “tú puedes, papá, no te rindas, yo te necesito, necesito que estés conmigo”, esto hizo que sacara fuerzas de flaqueza y comenzara a pedirle a Dios que los ayudara, que le diera la oportunidad de salvarse, para cuando se dio cuenta estaba hincado orando.
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Como si de una película se tratara, en ese momento una nube negra los tapó y comenzó a llover, dándoles fuerza para seguir y llegar hasta unos corrales, donde ya no pudieron continuar, pero descubrieron que la carretera se miraba a unos 3 kilómetros de distancia, así, de nueva cuenta el soldado “Huicho” y uno de sus compañeros caminaron hasta el camino donde detuvieron a un vehículo en el cual afortunadamente iba una enfermera, quien los hidrató y pidió ayuda.
Tras recuperarse un poco, Eulalio pidió que lo llevaran a la base militar más cercana, donde le informaron que ya tenían días buscándolos por aire y tierra, tanto militares como civiles y fue subido a un helicóptero para que los guiara a donde había quedado el resto de los compañeros en el desierto, pero lamentablemente al llegar 14 ya habían muerto, incluido el subteniente que los guió a vivir esta amarga experiencia.
Hoy en día Eulalio pertenece a las filas de la Policía Estatal de Sinaloa, donde tiene al menos 20 años trabajando con una amplia experiencia y muchas ganas en espera de que se le dé una oportunidad para ascender, ya que indica que siente que aún le falta por dar y poderse retirar dignamente.
