Mazatlán, Sinaloa.- La señora Laidy Lizárraga nunca pensó que por dejar cociendo los frijoles iba a perder prácticamente todas sus propiedades, al explotar el tanque de gas al mediodía de este sábado.
“Estaba cociendo los frijoles, para prepararlos y dejarlos listos para los molletes que vendo a los niños en la escuela”, manifestó.
Con los ojos llorosos ve lo que le dejó el incendio. Todavía huele a humo y las paredes están negras y en el piso hay agua. Tiene unos minutos que se retiraron los elementos de Bomberos, quienes tuvieron que romper la puerta para ingresar al domicilio, ubicado en la calle Flor de Eugenia, de la colonia Flores Magón.
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“Toda mi cocina se quemó, la ropa me quedó de este lado, pero allá la tele, la estufa, la congeladora, el refri, todo”.
¿Cómo le va a hacer?
“Volver a trabajar, duro, lo bueno que me quedó lo de este lado (dulces, cronchos y botellas de agua natural) es que vendo fuera de las escuelas y aquí arriba está una escuela, me voy a poner a vender”, manifestó.
Enjugándose unas lágrimas, ve hacia el interior de unos cuartos que son las recámaras, la cocina y el patio. Todos están oscuros y llenos de tizne y agua en el piso. Hasta allá pasaron los Bomberos para llegar al origen del incendio.
Con cinco años vendiendo afuera de las escuelas, la señora Laidy Lizárraga dice que no ha cuantificado los daños, porque tenía dulces que comercializa guardados, pero pone de ejemplo que tan solo el congelador le costó 6 mil pesos, sin contemplar los otros electrodomésticos que se le quemaron.
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Recordó que en junio se le metieron a su casa a robar y se llevaron toda la mercancía que ofrecía en las escuelas, todo el dinero que tenía guardado, por eso los aparatos eléctricos los tenía en el interior, donde hoy se registró el incendio.
Resignada, con la vista en los pocos dulces y botellas de agua que le quedaron, afirmó que no habrá de otra que trabajar y más duro, otra vez a empezar de cero.
Dijo que si alguien la quiere apoyar será bienvenido, si no, ni modo, pero volverá a empezar de cero, para salir adelante, con la ayuda de la Virgencita, que quedó intacta a un lado del ropero.