La posible llegada de Donald Trump por segunda vez a la Casa Blanca marca el inicio de una reconfiguración del sistema internacional. Con más poder, un liderazgo consolidado y una agenda ambiciosa, Trump promete influir significativamente en los ámbitos político, económico y social, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
Uno de los primeros efectos ya visibles es la depreciación del peso mexicano, reflejo de la incertidumbre económica generada por su discurso proteccionista y sus políticas unilaterales. En el contexto de las relaciones internacionales, Estados Unidos, como potencia global, sigue marcando tendencias y ejerciendo un papel crucial en temas clave de la agenda global, como seguridad, migración, cambio climático e inteligencia artificial.
Una de las grandes interrogantes gira en torno a las medidas proteccionistas de Trump, como la imposición de un arancel del 25 por ciento a las importaciones procedentes de México, Canadá y China. ¿Serán implementadas o quedarán como parte de su retórica política? Estas decisiones, sumadas a los desafíos globales actuales, configuran un panorama incierto y preocupante.
Scott Morgenstern, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Pittsburgh y experto en partidos políticos y sistemas electorales, destaca que el impacto de Trump en América Latina podría ser particularmente grave. Según Morgenstern, Trump no busca alianzas ni consensos, sino más bien genera confrontaciones, especialmente con los países vecinos. Las relaciones entre Estados Unidos y América Latina podrían deteriorarse aún más, mientras México enfrentará retos adicionales.
En cuanto a las deportaciones masivas, el profesor Morgenstern plantea dos interrogantes clave: ¿qué se puede hacer frente a estas políticas? y ¿cómo reaccionará México ante la llegada de miles de deportados? Con el control del Congreso y la Suprema Corte, Trump tendría el respaldo necesario para implementar medidas sin demasiada oposición. Esto no solo pondrá a prueba las capacidades de México para manejar una crisis migratoria, sino que también generará tensiones adicionales con América Central, complicando aún más las relaciones regionales y afectando la cooperación bilateral.
En el ámbito global, se anticipan tensiones en diversos frentes. Trump podría reducir o retirar el apoyo a Ucrania, lo que fortalecería a Rusia en el conflicto actual y complicaría aún más el panorama internacional. Las relaciones con China, por su parte, también podrían escalar hacia una mayor confrontación, intensificando un sentimiento generalizado de crisis entre las principales potencias mundiales.
En la agenda de Trump también figuran regulaciones en sectores clave como la industria automotriz, la exploración espacial y la inteligencia artificial, áreas que definirán la competitividad global en las próximas décadas. Sin embargo, el respeto a los derechos humanos se presenta como uno de los mayores desafíos tanto dentro como fuera de Estados Unidos, dejando preguntas abiertas sobre el compromiso de su administración con estos valores universales.
La pregunta central que queda sobre la mesa es: ¿estamos preparados para enfrentar la política internacional de Trump 2.0? Lo que parece claro es que Trump sí está listo para moldear el sistema internacional a su manera, marcando el inicio de una nueva era en las relaciones internacionales.