Culiacán, Sinaloa, 07 de diciembre 2020. Al igual que en los vilipendiados (por ellos) países del “tercer mundo”, en Estados Unidos los procesos electorales dan tela de donde cortar para etiquetar resultados antes y después de que se den.
Quienes aspiran al poder, desde cualquier signo o bandería, continúan con el recurso: si ganan, la democracia va por sus fueros; si pierden, el fraude es la única explicación.
Tal vocación maniqueísta, ha venido en ascenso con las atrabiliarias acciones de Trump y su séquito republicano (más servil que sus contrapartes mexicanas) y no ha bajado de tono. Se abona ciertamente con las inercias, desviaciones y medias tintas que permanecen en los espacios de poder. Allá como acá.
Así las cosas, Joe Biden, quien le gana a Trump con siete millones de votos populares, tendrá que esperar a que el fallido magnate y sus fanáticos seguidores, así como la cúpula del Partido Republicano (que ha resultado peor que cualquiera expresión en su “patio trasero”) se dignen aceptar la sonora derrota.
LOS COINCIDENTES
Desde 1999, Alfred Ross, presidente del Instituto de Estudios para la Democracia en Estados Unidos, denunciaba que organizaciones que operan en México, como el Opus Dei, Caballeros de Colón, Pro Vida y Legionarios de Cristo, son satélites de la extrema derecha estadounidense, y lo hizo con datos a la mano.
Su existencia no es cuestionable en sí, pero lo es que sirvan a intereses extranjeros. Hay otras agrupaciones menos conocidas, incluso de neonazis y derecha extrema, que cualquier rato sacan la cabeza.
Por lo pronto, defienden con pasión a Trump y hablan de un “fraude” inexistente en su contra, sin pruebas, ni sentido común.
Prejuicios al margen, no se trata de cualquier fuente y no estaría demás considerar el asunto, pues las cosas no han cambiado mucho. De hecho, esas agrupaciones están en todo el país (los hay en Sinaloa, sin sombra de duda) aunque su presencia siga siendo marginal.
Lo que puede extrañar es la coincidencia de apoyadores de la llamada 4T con esa ultraderecha, radicalmente conservadora y reaccionaria. Cosas veredes.
SOBORNO Y CORRUPCIÓN, LO “NORMAL”
Estimaciones recientes apuntan a que el 70% de las compañías en México justifican prácticas irregulares como manipular contabilidad, incumplir contratos y reconocimiento anticipado de ingresos.
De acuerdo con un estudio del organismo EY (del año pasado) “las prácticas de soborno y corrupción también han aumentado en los últimos dos años en el país y 82% de los corporativos recurren a este tipo de acciones”
Sin cortapisas, Ignacio Cortés, socio líder de EY, reconoció que “estamos más conscientes de que existe corrupción y que es una práctica habitual”. Es decir, la corrupción es parte integrante de las dinámicas de operación de la empresa privada mexicana (y lo que quede de la pública).
El costo de la corrupción se ha calculado hasta en 10% del producto interno bruto (PIB) y, junto con la inseguridad, son los dos problemas más grandes del país.
Para el sector privado, la corrupción “representa alrededor del 5% de las ventas anuales de las empresas”, pero sus organismos, por cierto, no podrían arrojar la primera piedra.
EN EL TINTERO
-Las remesas de los mexicanos que trabajan en el extranjero, Estados Unidos, principalmente, no son para presumir. Es una vergüenza para los gobiernos incapaces de generar en su propio país las condiciones para una vida digna.
-Que llegó una inversión extranjera por un monto de 18 mil millones de dólares hasta junio de este año. Es por algo: ¿Cuánto se llevarán?
-Sociólogos y científicos sociales, en Estados Unidos, se preguntan, con cierta alarma, qué hace posible el apoyo a Trump, por parte de seguidores y fanáticos, pese a sus evidentes mentiras, calumnias y hasta actos delictivos.
-A fuerza de realidad, comienzan a ver el profundo deterioro social, cultural y educativo que se agudiza en la metrópoli y no se va lejos por la explicación.
-Me pregunta el crítico lector que si lo que escribimos, aquí y en otras partes, tiene algún efecto. Respondo lo mismo que en otras ocasiones en que me han planteado la misma cuestión: todo indica que ninguno.
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