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¿Superioridad moral u obediencia programada?

Nuestra cabeza está llena de elefantes. Los paquidermos corren libremente por las llanuras de nuestra mente. Lo que se considera en política como “efecto cargada” (hecho en...

Juan Ordorica
Juan Ordorica | Analista y columnista Línea Directa

Nuestra cabeza está llena de elefantes. Los paquidermos corren libremente por las llanuras de nuestra mente. Lo que se considera en política como “efecto cargada” (hecho en el cual los lambiscones corren a ponerse del lado de los elegidos) en muestra mente, los elefantes se corren en favor de nuestros prejuicios. Jonathan Haidt en su obra llamada “La mente de los Justos” nos muestra lo complicado que es ponerse de acuerdo entre personas que piensan diferente; a los prejuicios les llama elefantes. Los elefantes siempre tendrán la tendencia de ladear nuestras ideas y no hay mucho que podamos hacer al respecto.

De acuerdo con el autor, la razón no sirve al ser humano para tratar de encontrar la verdad o resolver problemas de acuerdo a hechos objetivos, la razón solo es una herramienta que sirve a los elefantes (prejuicios) para sentirse cómodos. En otras palabras, utilizaremos todos los recursos posibles por defender nuestra percepción de las cosas antes que comenzar a poner en duda nuestra convicción. La razón no es una herramienta de búsqueda del conocimiento sino una herramienta de satisfacción autoinfligida para sentirnos cómodos con nuestro sistema de creencias.

Según el libro, hay poco margen de escapatoria de nuestros elefantes. Da lo mismo tener pocos o muchos grados de estudio. Investigaciones presentadas en la obra muestran que personas con niveles más altos de escolaridad siguen manteniendo sus prejuicios. La única diferencia con las personas de menos estudios es que utilizan mayor cantidad de argumentos para defender su ideología, pero no utilizan el conocimiento adquirido para poner en duda sus convicciones.

Un ejemplo de lo anterior lo podemos ver todos los días en el comportamiento político de los seguidores del presidente. Un simpatizante de Andrés Manuel López Obrador considera que cualquier acción de los presidentes neoliberaleses digno de prisión. Aún cuando exista algo de evidencia empírica que algunas tomas de decisiones del pasado fueron correctas o que el propio Calderón o Peña Nieto puedan tener un par de acciones positivas, los partisanos del obradorismo utilizarán todas las fuerzas de la razón para justificar su animadversión por esos personajes.

Utilizan a la razón para dar rienda suelta a sus elefantes; no para controlarlos y analizar el entorno.

La razón pone en esteroides a los elefantes. Lo mismo sucede al sentido inverso. Aquellos que no ven bien al presidente, utilizarán la razón para denostar cualquier acción de gobierno sin importar que pueda haber algo de positivo.

Para los seres humanos es más importante nuestro sentido de moralidad que el uso de la razón.

Defendemos sin importar nada a las personas que comparten nuestro mismo sentido de la moralidad. En lo personal, siempre consideré el discurso de moralidad de López Obrador como una retórica hueca y vacía; sin embargo, el presidente está utilizando un arma muy poderosa cada vez que habla de los valores morales de su movimiento. Pierde la razón cada vez que se pone en duda su autodenominada superioridad moral. El presidente utiliza estrategias de alta eficiencia colectiva para controlar a los seguidores de su ideología.

Para Jonathan Haidt (Psicólogo social), los seres humanos criamos a nuestros elefantes en un sistema de moralidad. Es este sistema de moralidad el que permite a los políticos moldear a sus seguidores. El sistema consiste en 5 pilares: Preocupación, Lealtad, justicia, autoridad y Santidad.

Cada uno de estos pilares tiene una repercusión importante a la hora de elegir nuestra ideología.

La preocupación consiste en el grado de ayuda que podemos brindar a nuestros cercanos; la lealtad en que tanto estamos dispuestos a sacrificar por nuestro grupo, la justicia el buscar tener reciprocidad; a quien vemos como figura de autoridad; por último, que personas o acciones consideramos como entidades dignas de admiración.

La suma de estos preceptos morales nos arroja nuestra ideología actual. Cualquiera que no comulgue con esos principios no es digno de nuestra atención, peor aún, es considerado como una amenaza a nuestro estilo de vida. Izquierda y derecha definen sus principios dando prioridad a un precepto sobre otro. Algo curioso, según los estudios arrojados por Haidt, los fundamentos morales del movimiento del López Obrador están más cerca de la derecha que de la izquierda (ese tema otra columna)

¿Usted qué opina, amable lector? ¿Su razón es pasto para los elefantes o es un domador qué tiene sus propios prejuicios a raya?

 

Fuente: Internet

Fotografía de perfil de Juan Ordorica

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