Culiacán, Sinaloa, 06 de enero 2022. El problema de la inseguridad pública, derivación obligada del auge de la criminalidad y la delincuencia incontrolada tiene, en efecto, referentes de fondo que apuntan a las condiciones de vida de la población y las inequidades consustanciales a nuestro sistema socioeconómico.
En ese sentido, es claro que los paliativos no pueden ser suficientes y se requiere de acciones que, en el mediano y largo plazo, atiendan a las formas de convivencia, al pacto social en su conjunto. En consecuencia, las entidades involucradas tienen que partir de un diagnóstico bastante realista y autocrítico.
En tanto, el hecho es que los esfuerzos se difuminan y el problema permanece más o menos en los términos del punto de partida a resolver (si no es que peor).
Por supuesto, es evidente que el asunto rebasa las expresiones de la condición humana, e incluso de los tiempos que atravesamos, de suyo complejos.
LAS OTRAS VIOLENCIAS
La violencia tiene muchas facetas y su enfrentamiento efectivo tiene que ser global y corresponsable. Las oposiciones diametrales entre los que todo tienen (que son muy pocos) y las decenas de millones de mexicanos en la miseria; los privilegios altamente selectivos y las limitaciones de las mayorías, son caldo de cultivo de todo tipo de desviaciones.
Así las cosas, el dilema salta a la vista: seguir “conviviendo” con la violencia cotidiana, tan sólo con matices y paliativos de “solución” o, antes al contrario, decidirse a enfrentar sus causas centrales y, con una voluntad política inédita, revertirlas. No hay más.
EL FONDO SOBRE LA FORMA
Los indicadores macroeconómicos, ya se sabe, son engañosos. Por otra parte, los funcionarios confunden a sabiendas el simple crecimiento relativo con el desarrollo nacional. En México hay algo, poco en realidad, de lo primero y casi nada, a riesgo de parecer exagerado, de lo segundo, como no sea en las declaraciones manidas.
El panorama, en general, y quiérase o no, es ominoso para el año que empieza y por donde se le busque: inseguridad pública, carestía incontrolada, servicios deficientes y caros, oferta política restringida, ausencia de actoría ciudadana, verticalismo en la toma de decisiones, inoperancia de la división de poderes, etc.
Agregue a una “oposición” que cuando estaba en el poder provocó, sin la menor vergüenza, el profundo deterioro nacional que padecemos y que, en efecto, no se puede resolver en unos cuantos años.
Y si bien no estamos para fiestas como país, el solo pensar en el regreso de esa clase depredadora, resulta una clara inconsecuencia.
Y A VER QUÉ SIGUE
Se puede, por supuesto, enarbolar, como hacen algunos, un optimismo trasnochado que todos los días es puesto en retirada por las evidencias terrenales, más tercas que mil discursos banales.
Es posible, pero en modo alguno inteligente. El avestruz, es un hecho conocido, suele esconder la cabeza en un hoyo y luego se la cenan sabrosamente.
Así las cosas, no hay más camino que evaluar seriamente los problemas y aplicar las posibles soluciones. No hay más.
Parece que, desde ya, está en juego el control político del Congreso de la Unión. Las promesas partidarias ya circulan y ojalá a la hora de decidir se pueda distinguir entre las definiciones de fondo y la faramalla barata.
EN EL TINTERO
-¿Por qué a no pocos funcionarios y diputados de tenderete les vale madre la crítica popular? Porque saben que su posición no se la deben al pueblo sino a sus padrinos del poder.
-Nada más entrar a Sinaloa, desde el norte, y el desgarriate carretero, en ruinas las rúas, incluida la “costera” (que en realidad es vallera).
-Agregue el retén “fiscal” que revisa como si se viniera de Europa o Asia. Ya se sabe para qué es (y mientras los dejen).
-Este escribiente tiene años publicando que sin solución alguna (todos se hacen de la vista gorda) continúa la violación a la Constitución por parte del gobierno en los llamados “retenes”, mismos que propician la criminalidad en lugar de combatirla efectivamente. Al respecto, sólo la desvergüenza oficial. ([email protected]).