No sé ustedes, pero al menos un servidor se ilusionó con ver al paisano César Ramos Palazuelos saltando a la cancha este domingo como el árbitro principal en cuyo juego se definirá al campeón (o bicampeón) de la Copa Mundial de Qatar. Al final de cuentas la FIFA se inclinó por un polaco.
Después de sus tres actuaciones anteriores, pero sobre todo en esa semifinal en la que Francia derrotó a Marruecos, existía la posibilidad de que Ramos estuviera en los ojos de millones y millones de espectadores en el globo terráqueo. Pero también estábamos conscientes de que para esa etapa César y los otros mexicanos formaban parte del último paquete encargado de sancionar los partidos previos al decisivo.
El responsable será el polaco Szymon Marciniak, designado directamente por el jefe de los hombres de negro en la Federación Internacional de Futbol, Pierluigi Collina. Las razones que motivaron su elección fue que conoce a la perfección a los dos conjuntos finalistas, porque trabajó en partidos para ambos durante esta Copa. A los argentinos les pitó en su enfrentamiento de octavos de final contra Australia, mientras que a los franceses en aquel juego en el que superaron a Dinamarca.
Ramos regresará a México con excelentes calificaciones que restregará en la cara de todos sus detractores que pidieron bajarlo del avión semanas antes de arrancar la Copa. La misma FIFA se encargó de reconocerle el excelso papel realizado no solamente en el Francia vs Marruecos, sino también en los partidos previos a este.
El comunicado fue la cereza en el pastel de su cumpleaños número 39 que festejó en tierras árabes. Ramos tapó muchas bocas demostrando que no hubo equivocación ni favoritismo alguno el haber sido designado para la justa mundialista cuatrienal. César es un ejemplo de superación, de constancia, dedicación y ahora ejemplo de las próximas generaciones, sin dejar por un lado que lo convierte en orgullo e hijo pródigo de Culiacán y de Sinaloa, su tierra natal.
Cumplió con esto todos sus sueños que se propuso cuando inició en el arbitraje hace ya algunos años. Aprendió a caminar en las ligas de la localidad y, sobre todo, en los Torneos de Los Barrios de EL DEBATE donde más se le recuerda.
Bien por él, quien fue el único –junto con el equipo azteca de abanderados- de poner realmente en todo lo alto el nombre de México en Qatar, tras el sonoro fracaso de la selección que lejos de ir hacia adelante dio un paso atrás, con la peor de las actuaciones de la que se tengan conocimiento.
¿Le alcanzará la edad y sus piernas para una tercera Copa del Mundo? No sabemos. Pero si se concreta, servirá para retirarse como el único silbante mexicano con más juegos en los Mundiales, dejando atrás esa marca que en este momento comparte con Marco Antonio Rodríguez. El “Chiquidrácula” asistió a tres certámenes.
En la final habrá un mexicano, no en la cancha, pero sí en el grupo que estará detrás de las pantallas en el cuestionado VAR, Fernando Guerrero, cuya misión fue siempre esa labor durante el Mundial.