López Obrador repite casi todos los días en sus soliloquios matutinos que sus consejos son para los jóvenes. Insiste una y otra vez que es el presidente que más apoyó a los jóvenes durante un periodo de gobierno. Asegura que su única preocupación son los jóvenes del país. Ama a los jóvenes y se preocupa por su bienestar.
López Obrador se comporta como el tío o la tía que llega a la casa de los sobrinos para llenarlos de regalos, dulces, juguetes, alegría y diversión. Es el pariente que llega cargando un cachorro para los niños sin preocuparse si hay condiciones para mantenerlo; es el tío que regala un par de cervezas a los adolescentes en medio de la fiesta familiar; es el adulto festivo que reparte dulces entre la plebada (regionalismo sinaloense) sin importar las visitas al dentista. Cuando el tío se va sin consecuencia o responsabilidad alguna sobre sus acciones; deja a los padres la tarea de convencer a los hijos que el cachorro no se puede quedar; el regaño a los adolescentes por beber alcohol; esconder los dulces para que no causen caries. En pocas palabras: ser los malos del cuento y hacer que los jóvenes extrañen más al tío.
El presidente presentó algunas propuestas para los jóvenes en sus paquetes de reformas legales. La primera de ellas elevar a rango Constitucional el programa Jóvenes Construyendo el Futuro. El presidente quiere heredar de manera permanente la obligación de contar con un programa de becarios a cargo del erario. Suena bien; sin embargo, es uno de los programas más opacos y de resultados cuestionables.
La segunda propuesta es ofrecer una mayor cantidad de becas a los estudiantes desde preescolar hasta licenciatura. Es entregar dinero por estar en las escuelas. Suena bien. Nadie podría negarse a esa idea. Uno tendría que ser un amargado para criticar la propuesta. Es bellísima. No tiene fallos por ningún lado.
Este par de propuestas son el cachorrito, las cervezas y los dulces. El tío dadivoso se congratula con la juventud. Llegó la felicidad. Pobre de aquel padre responsable que intente argumentar de las desventajas de cuidar a una mascota; alerte sobre las consecuencias de una cerveza o elimine el azúcar de las dietas de los chamacos. En automático se convierte en el enemigo número uno de la diversión. Los padres podrían aceptar al cachorro con ciertas responsabilidades para los vástagos, pero eso no es divertido. Nadie quiere que controlen la diversión o que lo manden a limpiar el cochinero de la mascota. Los padres podrían cambiar la cerveza por una sin alcohol, pero los jóvenes no aceptarán imitaciones fresas; por último, los niños podrían consumir dulces, pero con moderación y un posterior lavado de dientes, pero así no se puede disfrutar a plenitud.
En esta vida no hay nada gratis. Las propuestas de becas y dinero para los jóvenes tienen un precio. Eventualmente, los jóvenes tendrán que pagar los “regalos” del gobierno a precios más elevados. La tercera propuesta que involucra directamente a los jóvenes los obliga a pagar con réditos todos los obsequios del Estado. La reforma sistema de pensiones obligará a la juventud a entregar una mayor cantidad de sus ingresos para pagar las pensiones de los trabajadores; especialmente, a los trabajadores de gobierno.
López Obrador propone que los trabajadores se puedan pensionar con el 100% de sus sueldos. Es decir, trabajar aproximadamente de 25 a 30 años y recibir una pensión durante casi la misma cantidad de tiempo. Alguien tiene que pagar por eso: los jóvenes.
En el siglo XX, las pensiones con montos de casi el 100% era posible debido a la distribución de la población. Imaginen que en una casa había un adulto mayor, pero tenía 5 o 6 hijos; a su vez, los hijos tenían 3 o 4 propios. El ingreso de 20 personas alcanzaba para poder mantener al adulto mayor sin problema. Ahora todo cambió. Siguiendo del mismo ejemplo Hay 3 adultos mayores en una casa, solo dos hijos y sin nietos. Esos dos hijos se tienen que mantener a si mismos y a sus adultos mayores. En ese escenario estará México en las próximas décadas. Muy pocos jóvenes tendrán que mantener las pensiones de una enorme cantidad d adultos mayores. Se terminó el llamado bono demográfico.
Lo mismo sucede si un joven quiere ser emprendedor. De entrada, las cuotas que tendrá que pagar al IMSS por conceptos de pensiones de los trabajadores aumentarán. Las MYPIMES sufrirán de manera desmedida por más cargas impositivas. Ni asalariados ni emprendedores se podrán salvar de las cargas al sistema de pensiones. La juventud quedó hipotecada a cambio de becas.
Los jóvenes importan en el discurso, pero no en los hechos. Entregarles dinero no cambiará su situación; aunque el gobierno diga lo contrario. La juventud sigue siendo presa del crimen organizado, cada vez tienen menos opciones de trabajos bien remunerados y opciones de estudio de calidad. Para los jóvenes debería ser una afrenta que la generación de sus abuelos este empeñando su futuro. Ojalá se puedan dar cuenta la clase de futuro que les quieren entregar antes que dejen de ser jóvenes.
¿Usted qué opina, amable lector? ¿Todo es para los jóvenes o para usarlos?