Nuestro pobre y paupérrimo futbol mexicano volvió a ser exhibido por los estadounidenses que siguen dominando la Concacaf Nations League desde su creación. Esa nueva derrota –ahora 2-0- en una final, confirma que desde hace buen tiempo se perdió también la etiqueta de gigante del área.
Este nuevo y rotundo fracaso nos obliga a reconocer que por mucho que hemos transitado, no hemos avanzado. El balompié azteca está completamente estancado, sin rumbo y sin una estructura que nos permita aspirar a mejores resultados y ser más competitivos.
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Con este nivel y selección –porque no veo al final del túnel una luz de esperanza y cambio- pretendemos hacerles frente a dos compromisos todavía de mayor jerarquía y revolución futbolística: la Copa América y el Mundial del cual seremos sede junto a Estados Unidos y Canadá. Desde este momento hay que tomar en cuenta que solo nos espera un fracaso más.
Desafortunadamente la gente de pantalón largo no busca soluciones. Los intereses comerciales están por encima de los resultados, y los vemos no solo con las convocatorias -pan con lo mismo- y un cuerpo técnico de pecho frío encabezado por Jaime Lozano, a quien le entregaron la selección por el simple hecho de darle una oportunidad y no por méritos.
Lo barato sale caro
Lozano tiene que lidiar, además de con su inexperiencia, con un grupo de directivos y jugadores que se han apoderado y eternizado en la selección para beneficio propio. Aquí las puertas están cerradas para las nuevas generaciones, porque “vende” más la presencia de un Memo Ochoa, “Chucky” Lozano, Henry Martin y compañía, que muchos jóvenes a los que les niegan la oportunidad.
En el futbol mexicano no existe un proceso de renovación cuatrienal. Desde hace bastante tiempo vemos las mismas caras, el mismo futbol, el mismo estilo y por ende los mismos resultados. Existen jugadores, como el caso de Ochoa, que sueña con una quinta copa del mundo, mientras que en otros países en cada mundial surgen rostros y figuras nuevas. Por eso no hay avances.
Pero el problema de crecimiento no para allí. El exceso de extranjeros en la nómina de los equipos limita el desarrollo de jóvenes que se terminan perdiendo en las fuerzas básicas o termina sus carreras en circuitos de “ascenso”.
El abuso en contrataciones de importados y nacionalizados es un tema al que los directivos han hecho caso omiso. Las fuerzas básicas, en algunos clubes, parecen estar solamente de trámite, y a veces de uso exclusivo para jugadores lesionados o para terminar su rehabilitación.
Sabemos del problema y cómo solucionarlo, pero no lo hacemos. Así de fácil y sencillo.
